El negro sol de la melancolía

Gérard de Nerval



Domenico Nisi. MIR

Sheila Tamayo Villahoz. PIR

Esther Mancha Heredero. MIR

Psiquiatría Hospital Río Hortega de Valladolid

Correspondencia: mimmonisi@gmail.com



Yo soy el tenebroso,

el viudo,

el desdichado,

el príncipe de Aquitania de la torre abolida:

mi sola estrella ha muerto,

y mi laúd constelado ostenta el negro Sol de la Melancolía

EL DESDICHADO

 

Loco, poeta, romántico, surrealista, melancólico, traductor y ensayista, Gérard de Nerval fue un personaje peculiar que trasciende a todos los tiempos. Aurelia, su obra más conocida y el principal reflejo de su psicosis, fue realizada en la última etapa de su vida, como testimonio de su “descenso a los infiernos”.


Gérard de Nerval, pseudónimo de Gerard Labrunie, nació en París en 1808. Fue hijo de Etienne Labrunie, médico en el Ejército de Napoleón y Marguerite Laurent, quien falleció cuando él solo tenía 4 años de edad, hecho que le marcó para el resto de su vida.


Se crió con sus tíos en Valois, a las afueras de París, y a los 10 años regresó a la capital para continuar con sus estudios. Inició la carrera de Medicina por influencia del padre, la cual abandonaría años más tarde por su vocación literaria.


Alemania ejerció una gran influencia sobre Nerval, lo cual hizo que se conociera como “el más alemán de los escritores franceses”. De hecho, con tan solo 19 años tradujo “Fausto” de Goethe, de una manera muy particular, causando su admiración.


Estableció un gran vinculo con Alejandro Dumas padre, Victor Hugo y Théophile Gautier, con el que creó “El club de los hachisianos”, que tuvo un gran éxito entre 1844 y 1849 y del que formaron parte grandes celebridades de la época como el pintor Delacroix y escritores de la talla de Charles Baudelaire, Alejandro Dumas, Balzac y Flaubert. El objetivo principal de estas reuniones era experimentar fenómenos sensoriales causados fundamentalmente por el opio y el hachís.


En sus escritos Nerval deja reflejado que bajo los efectos del hachís no se puede diferenciar la realidad de la ilusión. En sus propias palabras, “es como estar en una nueva vida, liberado de las condiciones espacio-temporales”. El consumidor de esta sustancia, se verá sumido en un hechizo en el que una idea se hace fija en su mente y dejará el resto fuera del campo de la conciencia, donde la mente y el cuerpo se disocian.


La muerte de su madre, junto con la pérdida de su amor, Jenny Colon, fueron la antesala de la locura. Se observará una búsqueda constante del objeto primario en el intento de conquista de otras mujeres, como en su obra “Las hijas del fuego”, un compendio de ocho relatos, cada uno con el nombre de una mujer, donde describen su camino en busca del amor.


En sus obras observaremos tres personajes femeninos principales: la actriz Aurelie, el ángel Adrienne y la sencilla muchacha de campo Sylvie, que en realidad se funden en una única figura femenina que dará continuidad a Aurelia, su obra magistral. En cuanto a Aurelia, ésta ha muerto, no es un personaje, es una figura fantasmal, un ser que pertenece a otro mundo, un mundo a caballo entre el sueño y la realidad.


A los 32 años ingresó por primera vez en un hospital psiquiátrico, tras el reciente fallecimiento de su amada Jenny Colon. En la obra y en la vida de Nerval aparecen distintas evidencias de fenómenos psicóticos, referidos al afecto, al pensamiento y a la sensopercepción. Una de las escenas que protagonizó en plena crisis y que dio lugar a su internación, fue el verlo pasear a una langosta por los jardines del Palais Royal. Su florida sintomatología dio lugar a distintos debates con respecto a su diagnostico contemplándose la posibilidad de que sufriera de epilepsia psicomotora, sífilis, esquizofrenia, psicosis maniaco-depresiva o melancolía.


En Aurelia se hace patente una clínica variada que podría encajar en cada una de las anteriores hipótesis diagnósticas, siempre y cuando nos centremos en los síntomas de una forma aislada y dejando de lado el contexto del sujeto. Los más representativos fueron las alucinaciones auditivas y visuales, las ideas de perjuicio, la megalomanía, las ideas de culpa, la indignidad, el arrepentimiento, la impotencia y la autodestrucción.


Basándonos en lo que Freud plantea en “Duelo y melancolía” y en la obra “Melancolía y Paranoia” de Fernando Colina y sin perder de vista el contexto biográfico, podríamos afirmar que Nerval era un melancólico.


El síntoma por excelencia de la melancolía es la tristeza, acompañada de un sentimiento de indignidad y desprecio hacia si mismo, refugiándose en la culpa y el autocastigo, siendo el suicidio una de las salidas a una vida atormentada.


Así Nerval, en una noche nevada de enero de 1855, se quita la vida colgándose bajo una farola de un obscuro callejón de París.


De entre toda su producción literaria, hemos elegido Aurelia por ser considerada para muchos como la obra más psicótica de Nerval, un viaje hacia el interior en el cual se pierden los

límites entre la dimensión de realidad e irrealidad onírica, con un “desbordamiento de los sueños en la realidad” como afirma el mismo autor. Se articula alrededor de las ensoñaciones que atormentan al autor y se confunden con sus delirios y sus vivencias reales.


El texto de Aurelia es escrito durante un momento crítico de la vida de Nerval, cuando sufre una crisis profunda que le llevará al internamiento psiquiátrico y posteriormente al suicidio.


Aurelia no es sólo un relato romántico y surreal, sino la obra en que el autor escribe su destino. No es solamente la descripción de un vago amor platónico por una actriz. La protagonista se desvanece y se transforma en un ser angélico que intercede por él con Dios.


Una de las imágenes recurrentes en toda la obra de Nerval, es de hecho la representación de Dios, un Dios que se le presenta en sueños con la imagen ancestral del sol. Sin embargo esta imagen luminosa de vida es un espejismo que pronto dejará lugar al “negro sol de la melancolía”, como lo describe el mismo Nerval en una de las descripciones más poéticas de la melancolía. “La noche eterna comienza y va a ser espeluznante” escribe “¿Qué sucederá cuando los hombres se percaten que ya no está el Sol?”. Es ésta la crónica de una muerte anunciada; este mismo año Nerval se ahorcará.


Nuestro autor intentará luchar hasta el final con todas sus fuerzas contra su destino, alternando la derrota del hundimiento melancólico del deseo que le paraliza, condenándole a la queja y al autorreproche, a la victoria de la acción entendida como excitación, actividad eufórica.


En los últimos instantes de su vida confiesa “tener más confianza en Dios”, tras pedir perdón por todos sus pecados, perdón por ser culpable de una falta original e inexplicable que se remonta al principio de los tiempos. Como escribe Fernando

Colina “nos basta con sentir la adversidad para sentirnos culpables”; en el psicótico este sentimiento de culpa es el motor de una lucha épica para conseguir la inocencia.


En el caso de Nerval el contenido de la culpa se puede relacionar a una vida hecha de excesos y actos inmorales que le llevaran en más de una ocasión al calabozo. Nuestro autor prefiere responder de sus actos ante Dios casi como un acto de cobardía frente a la justicia humana. Y así su obra se convierte en un continuo autorreproche, con formulas que forman parte de un discurso que a veces se vuelve circular, un lamento que atraviesa todo el texto de Aurelia y que es testimonio del dolor sin tregua vivido por Nerval. Esta experiencia personal tiñe de negro todo lo que le rodea, como si fuera una fuerza centrifuga que se extiende desde el sujeto hacia todo lo que se relaciona con él.


El mundo se transforma en un escenario de lucha y de muerte, poblado por “monstruos que se despojan de sus pieles, comenzando a marchar y combatir; bestias transformándose luego en hombres, mujeres, animales salvajes y pájaros”. Todo se vuelve “doble” y toma un doble significado; Nerval es el único que puede acceder a este universo de símbolos y tener la clave para interpretarlos.


Escribe en el capitulo III de Aurelia: “Aquí había comenzado para mi lo que llamé la efusión del sueño en la vida real. A partir de este momento, en algunas ocasiones, todo tomaba un aspecto doble, todo ocurría de extraña manera.... Me pareció ver que el cielo se develaba y se abría de mil formas con una indecible magnificencia. El destino de mi alma parecía develárseme”. Y a partir de esta revelación se va sucediendo una cadena de eventos milagrosos que en un primer momento parasitan un Nerval observador atónito del espectáculo, para luego ser protagonista y artífice del cambio, decidiendo ser la clave del enigma en lugar de una víctima de los eventos.


Durante uno de sus ingresos en el sanatorio a cargo del doctor Blanche escribe: “Durante aquella noche, mi delirio iba en aumento... La idea de que me había convertido en algo similar a un dios y que poseía el poder para curar, me llevó a colocar la mano sobre algunos enfermos y llegándo hasta una estatua de la Virgen le arrebaté la corona de flores artificiales que llevaba puesta, pues de esta manera creía ver aumentado el poder de curación que me había atribuido”. En esta ocasión vemos claramente cómo la melancolía deja el paso a una fase que podría definirse maníaca, o dicho de otra forma el autor se da una tregua, encontrando en la megalomanía una salida al deseo atrapado por la culpa.


Sus alucinaciones y sus ideas son agrandadas por el abuso de alcohol y hachís, llegando a conjeturar teorías unificadoras que explicarían el origen del universo y de la vida, sintiéndose parte del todo y eje de todas las fuerzas: ”una fuerza invisible penetró en mi espíritu” escribe “ me juzgaba como si fuese un héroe aún vivo, protegido bajo la mirada de Dios; toda la naturaleza tomaba nuevos aspectos y voces ocultas provenían de las plantas, de los arboles, de los animales y hasta del más insignificante insecto para advertirme y darme valor.... Los rayos magnéticos emanados de mi mismo y de los demás atraviesan sin obstáculo la cadena infinita de las cosas creadas. Se trata de una red trasparente que cubre el mundo, y cuyos desligados hilos se comunican progresivamente hasta los planetas y las estrellas. Aunque en este momento me halle anclado a la tierra, converso con el coro de los astros, los cuales toman parte de mis alegrías y mis penurias”.


De esta forma Nerval da salida a sus penas y a sus reproches. Ya no es víctima ni usurpador de Dios, sino su aliado y “protegido”. El delirio de Nerval tiene un papel curativo, le permite descansar de sus penas y encontrar estabilidad en lo que para muchos es el descarrilamiento de la razón. La misma función tiene el consumo de tóxicos, entendidos como generadores y amplificadores del deseo.


Como cualquier loco, todo melancólico intenta mantenerse a flote inventando algún tipo de sinthome, por usar un término de Lacan con el que nombraba una suplencia específica y singular que permite al paciente psicótico estabilizarse, hallando un equilibrio a su condición vital. El sinthome permitiría, en el caso de Nerval, volver a unificar el ser y el cuerpo, cuando los dos resultan desapegados, como cuando durante uno de los ingresos en un sanatorio de Paris, nuestro melancólico ve a su doble siendo atendido por sus amigos.


En el caso de Nerval estas suplencias se pueden encontrar en el consumo de sustancias, en el hecho de formar parte de grupos minoritarios dedicados al ocultismo o en la misma escritura, labor artística con la que el autor puede dar cuerpo y forma a su inquietudes y a sus delirios.

 


BIBLIOGRAFÍA


1. GÉRARD DE NERVAL. Aurelia y otros cuentos fantásticos,

Alianza editorial, 2007


2. GÉRARD DE NERVAL. Sylvie, El acantilado, 2002.


3. GÉRARD DE NERVAL. Las quimeras y otros poemas,

Visión libros 1974


4. GÉRARD DE NERVAL. Las hijas del fuego, Bruguera, 1981


5. ÁLVAREZ, J.M. Estudios sobre la psicosis, Xoroi Edicions, 2013


6. COLINA, F. Melancolía y paranoia, Editorial sintesis 2011


7. LACAN, J. Seminario XXIII El sinthome, Paidos


8. FREUD, S. “Duelo y melancolía” - Obras completas,

Biblioteca Nueva 1948


Hablar de poesía – numero XV El negro sol de la melancolía- Fabián O. Iriarte

"Los diagnósticos de Gerard de Nerval: La influencia de la locura en la genialidad literaria "- Rev Med Chile 2010; 138: 117-123