LIBROS



On the move: a life

Oliver Sacks. Picador. 2015


S.L.C.


El 30 de agosto de 2015, falleció Oliver Sacks en su casa de Nueva York. Lo que sigue, es una reseña de su libro autobiográfico escrita antes de su muerte con otro fin que el de ser un obituario. Espero que ahora, sirva como homenaje póstumo.

 

1.- No hay duda que el título escogido por Sacks para este relato biográfico que continúa lo ya contado en El tío tungsteno, es acertado y revelador1. No sé cuántas millas habrá recorrido en sus motocicletas en viajes solitarios o con amigos ni sé precisar las innumerables peripecias de su recorrido vital, literario y científico pues sus intereses fueron diversos y numerosos y sus desventuras, también. Es un relato que no elude episodios íntimos narrados a veces con una crudeza inimaginable en las memorias de cualquiera de sus colegas más o menos famosos.


2.- Oliver Sacks, el menor de cuatro hermanos, nació en una familia judía culta, pero a veces enmarañada y desordenada en el suroeste de Londres en 1933. Su padre, era un médico de familia que practicaba la medicina conversacional, leía el  



1 El título, On the Move, está tomado de un poema de Thom Gunn, un poeta británico admirado por Sacks desde su juventud. Gunn, al que Sacks conoció en Estados Unidos, era homosexual y habitual consumidor de drogas. Murió en 2004 en San Francisco, donde vivía, de una sobredosis de meta-anfetaminas.






Talmud por la noche, hablaba hebreo fluidamente  y era un excelente nadador de fondo2, costumbre que Sacks llevaría aún más lejos nadando desde su juventud millas y millas de día y de noche. Su madre, una de las primeras cirujanas de Gran Bretaña, tímida y reservada, encendía las velas cada sabath y le enseñaba plegarias en hebreo aunque también, con un cierto sadismo pedagógico, podía llevar a su hijo de 14 años a disecar el cadáver de una niña de su misma edad o le mostraba los fetos malformados, anencefálicos, algunos nacidos muertos, y otros, ahogados por ella misma y la comadrona como “unos gatitos” cuando susposibilidades de sobrevivir eran nulas3. Sacks, en compañía de sus padres, acudía a la sinagoga todos los sábados pero nunca tuvo muchas simpatías por el sionismo ni por los recaudadores matoniles que llegaban a su casa para exigir fondos para las escuelas hebreas a pesar de que muchos de sus familiares ocuparon puestos de relevancia en el nuevo estado de Israel. En 1939, para protegerlos de los previsibles bombardeos de Londres, Sacks que tenía seis años por entonces, fue trasladado con muchos otros niños y su hermano Michael, a Braedfiel, “un horrible internado en las Midlands dirigido por un director cuyo único placer parecía ser pegar en las nalgas a los niños…”. Permaneció en ese internado dickensiano, cuatro años sin ver a sus padres más que una sola vez en todo ese tiempo. Michael, fue trasladado a otro internado al cumplir 13 años donde fue acosado y sufrió la primera de sus crisis psicóticas. Cuando volvió a casa del internado su tía, al ver los moratones de su espalda, dijo: si 



2 Ganó tres veces el campeonato de la isla de Wight. Había que nadar 15 millas.

3 Tenía algunos de ellos en su casa en frascos con formol y los diseccionaba con la reticente ayuda de Sacks al que no le gustaba nada la tarea a pesar de que solía diseccionar algunos animales, incluyendo un pulpo, que mantuvo vivo en una bañera y al que mató una criada. Sacks afirma que el pulpo lo reconocía y se mostraba contento cuando entraba en la habitación cosa que comprobaron más tarde los que investigaron la conducta de estos familiares cefalópodos (para los gallegos, al menos).





esto fue lo que le ocurrió a su cuerpo que habrá ocurrido con su mente…”. Sacks vivió ese alejamiento con sentimientos de estar prisionero, de abandono e impotencia de los que se defendía con ensueños en los que volaba, cabalgaba motocicletas o caballos. No hay muchos recuerdos de vuelos o caballos en sus memorias pero la pasión por las motocicletas, casi una obsesión que compartía también con su padre, se mantuvo toda su vida. La fotografía de la portada de On the Move: a life, es la de un Sacks montado en su moto BMW, con cazadora de cuero, como el Marlon Brando de Salvaje. A su vuelta a casa en 1943 vio cómo se agravaba la psicosis de su hermano que se creía perseguido y castigado por ser el nuevo mesías esperado. Sacks, un niño, sentía temor de Michael y compasión por él. Michael fue ingresado y tratado con comas insulínicos y electroshocks. Tres meses después volvió a casa; ya no deliraba pero sabía él y sabía su familia, que la posibilidad de hacer una vida normal era escasa (había leído en el hospital el libro sobre la esquizofrenia de Eugen Bleuler). Durante años, los ingresos de Michael se repitieron y su delirio siguió evolucionando pero esta vez, el mesías, (los mesías), eran los redentores de los trabajadores: los comunistas. En ese tiempo, leyó toda la literatura marxista canónica y diariamente, The Daily Worker. Consciente de que una carrera universitaria estaba fuera de su alcance, quiso emplearse como mensajero lo que hizo en la empresa de un amigo de la familia donde permaneció durante más de 30 años hasta que la empresa cambió de dueño y fue despedido, viviendo desde entonces en casa en compañía de su padre, hasta que este falleció a los 91 años y se trasladó a una residencia donde murió a los pocos años de un cáncer de pulmón. La situación en su hogar en esos años de postguerra era caótica pero en 1953, para bien o para mal, dice Sacks, la situación cambió con la llegada del primer neuroléptico. Con el Largactil, Michael se apagó, dejó de delirar y de agitarse pero desarrolló un parkinson que remitía al bajar las dosis pero para retornar de nuevo el delirio. Sacks, se reprocha, aún hoy, no haber cuidado más de su hermano que había perdido su interés por las cosas del mundo y carecía de  habilidades sociales. En 1960, cuando Ronald Laing publica “El yo dividido”, los dos hermanos creyeron haber encontrado el psiquiatra sensible que podría devolverle a Michael algo de sus intereses perdidos pero fue Michael, el que se desilusionó muy pronto del “romanticismo de Laing” al que consideraba un “tonto peligroso”. Cuando Sacks se marcha de Inglaterra, lo hace, escribe, entre otras razones para alejarse de su hermano al que veía como un caso trágico y sin esperanza pero quizás, en otro sentido, para explorar la esquizofrenia y otros trastornos cerebrales y mentales en sus pacientes.


A los 12 años uno de sus maestros escribió en su informe escolar: “Sacks llegará lejos si no va demasiado lejos”. Sacks está de acuerdo con esa profecía de su antiguo profesor porque llegó muy lejos, incluso a algunos infiernos de los que no le fue fácil salir. Los metales, los números, las plantas, los experimentos de química en su “laboratorio casero”, la fotografía, la música, las enseñanzas técnicas de su tío Dave, (el tío Tungsteno), fueron intereses adolescentes de Sacks que leía todo lo que caía en sus manos con una dedicación que es hoy infrecuente, por no decir insólita, en un tiempo de televisiones, ordenadores, tabletas y todas esas nuevas tecnologías que barrieron casi tanto como aportaron. Puede dar una idea del ambiente cultural en el que creció Sacks, saber que a los cinco años de edad, cuando le preguntaron lo que más le gustaba en el mundo, respondió: el salmón ahumado y Bach4.


3.- A los 18 años, (1951), después de conseguir una beca para Oxford y días antes de su marcha, lo convocó su padre preocupado por la ausencia de algo que en esa edad es obligado:



4 En su casa había dos pianos: una de cola y uno vertical. Su padre era un pianista mediano que contrató a un maestro italiano para que enseñara a sus hijos. Sacks aún hoy, toca a Bach todos los días. Sus hermanos tocaban la flauta y el clarinete.





- No pareces tener amigas… ¿No te gustan las chicas?

- Así es. 

- ¿Quizás prefieres los chicos?

- Sí, pero es solo un sentimiento. No he hecho nada. No se lo digas a mamá…no lo entendería?


Su padre no cumplió su petición. Informó a su madre que entró en su habitación con una cara “que nunca había visto antes”:


- Eres una abominación. Quisiera que nunca hubieras nacido.


Judía y lectora de la Biblia como su marido, estaba obsesionada por los terribles versículos del Levítico:


- “No yacerás con hombre como se cohabita con mujer. Es abominable” (Levítico, 18-22).


Durante semanas su madre dejó de hablarle. Cuando lo hizo de nuevo nunca volvió a mencionar ese “asunto” pero algo había ocurrido entre ellos. La condena de su homosexualidad por su madre, piensa Sacks, que fue la consecuencia del dolor producido por la pérdida de Michael por la esquizofrenia y la angustia que una nueva pérdida, la de él por homosexual, una condición que en ese tiempo podía asolar la vida de una familia. La relación con su madre mejoró con los años hasta el punto de que Despertares lo escribe con su madre a la que le los sucesivos capítulos que su madre corrige y critica. Cuando su hermano le telefoneó para informarle de la muerte de su madre de un infarto cuando caminaba por el desierto de Neguev en unas vacaciones en Israel, Sacks, escribe: me sentí aniquilado por la muerte de mi madre… fue la más devastadora pérdida de mi vida… la pérdida más profunda y quizás, en algún sentido, la relación más real de mi vida…


Los amigos de Sacks eran conscientes de su homosexualidad, no solo un pecado en la Gran Bretaña de entonces sino un delito, pero algunos de ellos lo veían como “asexual” más que 

homosexual aunque en su estancia en Oxford se enamoró de un amigo heterosexual que aceptó su enamoramiento sin compartirlo y que como su madre, dejó de hablarle cuando siendo aún un estudiante de cursos preclínicos, le recomendó acudir urgentemente a un médico al reconocer en un bulto que crecía en la ingle de su amigo un posible tumor maligno que se confirmó en la biopsia muriendo su amigo pocos después. Sacks, piensa que el silencio y alejamiento de su amigo fue debido al papel no querido de mensajero de la muerte que tuvo que asumir. Años más tarde, en San Francisco, tuvo un episodio similar cuando se enamoró de nuevo de un amigo heterosexual pero que permitía cierta proximidad física. Vivían juntos sin nada sexual entre ellos. Un día, y el relato es crudo, tuvo un orgasmo mientras daba un masaje a su amigo y derramó su semen sobre su espalda. Su amigo, sin decir palabra, se levantó, se duchó, y abandonó al día siguiente la casa que compartían para irse a vivir con una mujer. Sacks, muy afectado, decidió en ese momento, “que nunca volvería a vivir con nadie” pero pensó también, que fue esa ruptura la que lo llevó a las drogas. Muchos años después, se encontraron de nuevo. Su amigo lo llevó a una casa de baños gay y allí le enseñó los numerosos bultos que recorrían su cuerpo. Sacks no tuvo dificultad en diagnosticar una neurofibromatosis: “Mi hermano también la tiene”, dijo su amigo. Sacks sintió que sus dos enamoramientos con hombres heterosexuales, parecían señalados por la muerte. A la decisión de vivir solo se añadió en 1973 otra decisión más radical. En ese año, volvió a Londres para celebrar su 40º cumpleaños con su familia y al mismo tiempo la publicación de “Despertares”. En esos días tuvo una relación de pocos días con un estudiante de Harvard que volvió a su país sin que entre los dos hubiese ningún compromiso. Sacks, por razones que no explica, pasó los siguientes 35 años de su vida sin tener ninguna relación sexual.

 

4.- En Oxford, como en su adolescencia, se sentía obsesionado por las letras y las ciencias. No era muy bueno, de hecho era muy malo, en los exámenes que exigían respuestas si-no, como  son ahora, por desgracia, casi todos los exámenes, pero muy bueno escribiendo ensayos. Podía tener una de las notas más bajas en anatomía con exámenes del tipo si-no pero ganar tres días después-y borracho- el Premio de Anatomía que era ensayístico y gastar las 50 libras del premio en comprar los 12 tomos del Oxford Dictionary, que todavía hoy lee a menudo y al azar cuando se va a dormir.


En sus años preclínicos asiste a lecturas de Historia de la Medicina que lo seducen, investiga sobre una parálisis producida por el consumo de alcohol tóxico durante los años de la Prohibición americana, y estudia biología, neurofisiología y demás materias. Deprimido por su aislamiento, sus padres lo envían a un Kibutz agrícola y anglo-sajón en Israel donde aprende algo de hebreo y recorre el país. En Eilat, en el Mar Rojo, aprende a bucear con escafandra, otra de sus “obsesiones” que mantendrá siempre. Vuelve a casa pero a sus 22 años pasa por Amsterdan decidido a perder su virginidad homosexual. Bebido, sale dando traspiés de una taberna donde el barman le había negado más alcohol y cae sin sentido en la orilla de un canal. A la mañana siguiente, despierta en la casa de un desconocido sin memoria de lo sucedido por su blackout alcohólico. El desconocido le informa de que lo había recogido casi comatoso del canal y lo había traído a su casa donde tuvieron relaciones sexuales y fue sodomizado. Sacks escucha el relato del desconocido sobre lo sucedido y le pregunta: ¿Fue agradable?...Sí, muy agradable me respondió y, escribe Sacks, lamentaba que yo hubiese estado tan “out” que no recordaba haber disfrutado también. En el desayuno y la charla que sigue, Sacks se siente liberado y pierde sus miedos y culpas al conocer las normas morales y las costumbres sobre la homosexualidad en Holanda, mucho más permisivas y normalizadas que en la Inglaterra de entonces donde tener relaciones homosexuales no solo no era fácil: era un delito. Alain Turing, en 1954, había sido juzgado por su homosexualidad, castrado químicamente y expulsado de su trabajo a pesar de sus más que evidentes méritos de guerra y de su genio y se suicidaría poco después. 

En 2013, la reina Isabel publicó un edicto que lo eximía de todos sus cargos. 


5.- De vuelta en Inglaterra, inicia su residencia clínica rotando por los diferentes servicios y atendiendo los partos en domicilios (todos eran así en aquel tiempo). Reconoce que sus estudios preclínicos no lo habían preparado para afrontar el dolor, la muerte, la desesperación de los pacientes. En 1960 termina su residencia y se marcha al Canadá. Deja detrás un “enamorado” con el que compartía cama y motocicleta.


Allí viajó por todo el país en motocicleta, fue bombero forestal y pensó en unirse a la Royal Canadian Air Force, cosa que no hizo. En su lugar, envió a su casa un escueto, muy escueto telegrama: staying (me quedo) aunque escribiría más tarde largas cartas a su familia. De Canadá se fue a San Francisco donde después de repetir los dos años de residente obligatorios para convalidar su título, ingresó en la Universidad de California en Los Ángeles, (UCLA) para estudiar neurología. En los 60, en California, las cosas eran como eran y Sacks no fue ajeno al ambiente. Quien conozca la apariencia afable de este hombre que muestran las numerosas fotografías tomadas desde que se hizo famoso, se sorprenderá de las tomadas en esos años juveniles de Sacks. Se dedicó a la halterofilia, consiguió un record estatal al levantar 300 kilos y se ganó el apodo de Dr Squat. Su aspecto en las fotografías de ese tiempo es la de un hombre muy musculado de 250 libras, de peso, (113 kilogramos) una especie de ”la Masa” que nadie reconocería como el médico de largas barbas grises de aspecto apacible que aparece en las solapas de sus libros. Durante esos años tuvo un largo periodo de drogas: cannabis, LSD, semillas de campanillas, y Artane, un antiparkinsoniano que los psiquiatras mayores usamos en su tiempo para corregir los efectos de los neurolépticos, del que llegó a tomar 20 comprimidos alucinando la visita de dos amigos para los que cocinó como si estuvieran presentes. Hacía largos recorridos en motocicleta tomando anfetaminas y no parando más que a echar gasolina. Durante varios años  consumió anfetaminas cada vez en mayores dosis e hidrato de cloral para dormir. Tuvo varios episodios alucinatorios por sobredosis o por privación de hidrato de cloral que relataría en su libro sobre las alucinaciones.


Cuando volvió a Londres para celebrar su 32 cumpleaños robó morfina y jeringuillas en la consulta de sus padres y se la inyectó. En ese punto, se miró en el espejo y se dijo: tienes que parar con esto. Si no lo hubiera hecho moriría en seis meses, dijo su amigo Weschler. Es en ese tiempo cuando recurre al doctor Shengold, un psicoanalista que le anuncia que no puede haber progreso sin abandonar las drogas. Cincuenta años después, Sacks, sigue acudiendo dos veces por semana a la consulta del doctor Shengold que le enseñó, escribe, que “al escuchar a un paciente hay que prestar atención a los que está más allá de la conciencia y de las palabras”. En 1985, le dedicará “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”.


6.-Para muchos de sus colegas, incluso para algunos de sus admiradores, psiquiatras o neurólogos, los casos de Sacks no son realmente ciencia y la devoción a sus pacientes no es medicina. Piensan que, como mucho, su contribución a la neurociencia ha sido trivial y ha inventado un nuevo género narrativo que algunos llaman “neuronovelas” o novelas neurológicas como el mismo dice que tiene ahora muchos imitadores. Puede ser… pero, qué “novelas”:

 

Al permitir a mis pacientes hablar plena y libremente sin las limitaciones de ningún catecismo neurológico, conseguí descripciones de una intensidad emotiva y existencial que nunca o raras veces se encuentra en la literatura neurológica…

 

Descripciones parecidas a las suyas había que ir a buscarlas en los textos neurológicos del XIX y principios del XX, que Sacks conocía bien y sobre todo, en su verdadero referente clínico, el neuropiscólogo ruso (y judío) Luria. La fascinación de Sacks por los libros de Luria, La mente de un mnemónico y El hombre con

un mundo destrozado son mencionados una y otra vez a lo largo de sus libros y de su biografía. Mantiene correspondencia con él, le consulta los casos y escribe su necrológica cuando Luria fallece en 1977. En una de sus cartas que Sacks le escribe para comentarle la sensación de no-pertenencia que tenía con su pierna izquierda lesionada5, Luria le contesta:

 

Publique sus observaciones, por favor. Contribuirá a modificar un poco el enfoque “veterinario” de los trastornos periféricos y a abrir camino a una medicina más profunda y más humana

 

Muchos neurólogos vieron pacientes como los de Sacks pero ninguno fue capaz de contar sus casos como lo hizo Sacks. Les faltaba, no sólo su talento literario resultado de sus innumerables lecturas sino esa escucha atenta en la que los síntomas dejan de ser cruces en una escala y se convierten en vivencias subjetivas. Escribe Sacks:

 

Charcot y sus discípulos, entre los que figuran Freud y Babinsky además de Tourette, fueron los últimos en su profesión que tuvieron una visión conjunta de cuerpo y alma… neurología y psiquiatría. En el cambio de siglo se produjo una escisión entre una neurología sin alma y una psiquiatría sin cuerpo…6

 

Los síntomas de los pacientes de Sacks son siempre más ricos  



5 Durante una excursión por los fiordos de Noruega, al escapar de un toro cuya presencia era cuando menos insólita en esos parajes, Sacks rompió su halterofilicamente musculado cuádriceps femoral. Fue operado pero aunque el postoperatorio iba físicamente “normal”, entró en pánico porque no sentía la pierna como suya. Era una hemineglicencia como las que se observan en lesiones parietales derechas pero no se conocían casos, (o estaban olvidados) en los que una lesión periférica pudiese producir esos síntomas. Los avatares de su pierna ausente y de su pánico, fueron el origen de uno de sus libros: Con una sola pierna.

6 En “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”. Anagrama. 2002.





que los de los manuales tradicionales de neurología lo que permite a investigadores avisados formular hipótesis sobre el funcionamiento cerebral de modo más útil. Sir Francis Crick, el Nobel por el ADN, que inició los estudios hasta entonces considerados imposibles o no relevantes sobre la conciencia, le pedía a Sacks cuando se encontraban que le “contase historias” y le escribía con propuestas y nuevas teorías cada vez que leía algunos de los casos de Sacks. Lo mismo hacía otro Nobel, Gerad Edelman, que con su teoría del darwinismo neuronal, una teoría que llegó demasiado pronto según Sacks, para ser aceptada, lo fascinó de algún modo y después de sus primeros intentos fallidos de entender la prosa abstracta de Edelman pudo al fin comprender la esencia de la teoría cuando se la explicó el propio Edelman. Sacks que siempre siguió el dictum de Wittgenstein de que todos los libros deberían contener ejemplos, hizo el “trabajo de campo”, para Crick y Edelman que trabajaban aislados en sus laboratorios ajenos a la clínica y es que, no es lo mismo decir que un paciente, pintor de profesión,, tiene una acromatopsia adquirida por una lesión traumática que lesionó el área visual V4, que decir eso y estudiar además, como es el mundo en el que ahora vive ese pintor, la sensación de comer una naranja o un tomate gris o negro, tener relaciones sexuales en las que la piel es gris sucia, pasearse por el césped negro de su jardín, reducir las comidas a los alimentos blancos (arroz), negros (olivas negras), café (negro) y yogurt (blanco) intentar pintar sus antiguos cuadros guiándose por los nombres de los tubos de color y añadir a toda esa información, citas filosóficas, históricas, neurofisiológicas y remedios que puedan ayudar al paciente a habitar ese mundo de grises y negros… 7. No. No es lo mismo. Esto, es Sacks.

 

7.- Las primeras doscientas páginas de On the Move están o 



7 “El caso del pintor ciego al color”, en Un antropólogo en Marte. Anagrama.1995.





“Despertares”, son más tranquilas. Ya no había anfetaminas en escritas, creo, bajo la influencia de la motocicleta. Pasan muchas cosas y lo hacen velozmente. Las otras doscientas que completan el libro y que comienzanen Awakenings, el famos su vida y se ocupaba ahora no de investigar sino de atender pacientes. Había sido una decisión no tomada por él mismo. Después de perder en dos ocasiones su material de investigación en el Einstein College of Medicine fue convocado por el director:

 

- Sacks… usted es una amenaza para el laboratorio. ¿Por qué no se marcha y ve pacientes?…hará menos daño

 

“Tal fue”, escribe Sacks, “el innoble comienzo de mi carrera clínica” y también, hay que recordar, el comienzo de la publicación de sus libros que tuvieron sus problemas al no conseguir editor dispuesto a publicarlos (al menos los primeros).

 

8.- Sacks reconoce que tienen tres deficiencias que llama las tres Bs: belief, belonging y bounding, es decir, creer, pertenecer y vincularse afectivamente. Sacks sólo se sentía feliz cuando escribía. Se comparaba con Sherlock Holmes para quien la falta de un caso en el que trabajar lo llevaba al consumo de cocaína. Sacks era consciente de que para abandonar las anfetaminas (y las demás drogas) era crucial encontrar algo que tuviese significado para él. Descubrió que ese significado podría encontrarlo en la clínica, viendo pacientes. En 1966 trabaja en una clínica dedicada a las migrañas en el Bronx que dirigía el doctor Friedman, un reconocido especialista en cefaleas y comienza también a ver pacientes en el hospital Beth Abrahan que acogía entre otros muchos pacientes neurológicos crónicos, a los supervivientes de la epidemia de Encefalitis Letárgica de los años 20. Ese año, 1966, es el punto de corte en la vida de Sacks. A partir de ese año, los pacientes y los libros se suceden y no siempre sin problemas como el éxito posterior de sus libros pudiera hacer pensar. Para Sacks, los años anteriores a  1966, fueron “años perdidos” y al salir de ellos se retiró del mundo social y se consideró durante décadas, un hombre célibe: siempre viví sólo…nunca compartí mi vida con nadie.


La relación con el doctor Friedman nunca fue demasiado amistosa desde que Sacks, que padecía migrañas desde siempre y entrevistaba largamente a sus pacientes, informó a Friedman que uno de sus pacientes podría padecer lo que llamaban los neurólogos victorianos una “migraña abdominal”. La airada negativa de Friedman a considerar tal posibilidad y el anuncio de Sacks, que le informó de que estaba escribiendo un libro sobre la migraña, provocó su despido no sin que en 1971, cuando al fin Sacks publicó Migraña, algunos colegas le preguntaran las razones por las que había publicado con el pseudónima de Friedman partes de su libro. Asuntos como este, escribe, son dolorosos para las dos partes.


La historia de los años en el Beth Abrahan es la que va a contar en Despertares que años después pasaría al cine con Robert de Niro y Robin Williams. Desde que comenzó su trabajo con pacientes en el Bronx y en el Beth dejó poco a poco de consumir anfetaminas y nunca volvió a hacerlo: con el psicoanálisis, buenos amigos, la satisfacción del trabajo clínico, el escribir y por encima de todo, la buena suerte, pudo llegar a los 80 años en lugar de acabar su vida en los 35 como pronosticaban sus conocidos.


Sacks pasa los días en el Beth Abrahan con los pacientes alojado en una pequeña casa en el mismo hospital. Publica sus ensayos con L-Dopa en esos pacientes con síndromes post-encefalíticos muy raros que reaccionan de modo extraño a la L-Dopa. Describe lo que llama el efecto yo-yo, súbitas oscilaciones de los efectos de la L-Dopa años antes de que fueran reconocidos como efectos on-off. Le rechazan algunas de sus publicaciones o las critican sin mucho fundamento pero Sacks había encontrado su método para contar esas historias. Utilizó dos fuentes: la lectura de La mente de un mnemónico de Luria,  Solomon Shereshevsky (1886-1958) que llegó a apuntar en una libreta lo que quería olvidar porque así, pensaba, se liberaría de los recuerdos parásitos, terminó su vida inadaptado sin saber que “era más real”, el mundo de su imaginación en el cual vivía o el mundo real donde permanecía como un huésped el neuropsicólogo ruso, judío como él, padre de la neuropsicología y el modo de entrevista de su psicoanalista, del que había aprendió a escuchar lo que no se dice o a preguntar por ello:


En 1968 leí la Mente de un mnemónico de Luria. Leí las primeras treinta páginas pensando que era una novela. Entonces me di cuenta de que era de hecho, la historia de un caso clínico, el más profundo y detallado caso clínico que yo había leído, un caso con el dramático poder, el sentimiento y la estructura de una novela….el esfuerzo de Luria en combinar lo clásico y lo romántico, la ciencia y el relato, lo hice mío y ese pequeño libro de 160 páginas alteró el foco y la dirección de mi vida sirviendo como ejemplo no solo para Despertares sino para todo lo que yo he escrito…

 

Sacks no menciona en esta biografía el cuento de Borges “Funes el memorioso” pero si lo hace en un artículo publicado en New Scientist en abril del 2008 en el que dice que, cuando leyó por vez primera el caso de Luria, recordó el cuento de Borges. Reconociendo las diferencias que existen entre un cuento y un estudio científico, la similitud entre el cuento de Borges y el caso clínico de Luria es asombrosa, incluso en la sinestesia que ambos presentaban, pero Luria se equivoca cuando en su autobiografía afirma que Borges se inspiró en su caso ya que el cuento de Borges es de 1944 y el relato de Luria de 1969. Conociendo la obsesión literaria de Sacks, es llamativa la escasa atención que le dedica al relato de Borges. La fuente de Funes como la de El Inmortal es el desarrollo ficcional de una paradoja que a Sacks le hubiese gustado discutir con Borges:

 

En mis cuentos yo presento cosas que parecen regalos, que parecen dones, y después se descubre que son terribles…

 

No olvidar nada puede parecer un don. Funes y el mnemonista  de Luria, demuestran que olvidar es necesario para vivir porque una memoria infinita trae problemas: Sospecho sin embargo que (Funes) no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer... El mnemonista de Luria, provisional: se ve invadido por detalles, recuerdos superfluos y la conversación adquiere excesiva verbosidad con digresiones continuas…


También ser inmortal puede parecer un don, siempre que uno no olvida pedir la eterna juventud y aun así, como en el cuento de Borges, el inmortal puede caer en un pozo en un terreno deshabitado. Pasan muchos años antes de que alguien lo encuentre y le lance una cuerda. Esos años fueron de sed, hambre y dolor insoportables en los que El Inmortal como la Sybila de Cumas solo deseaba una cosa: morir. Si… es una lástima que Sacks no hubiese conversado con Borges sobre estos asuntos.

 

9.- En 1973, poco después de publicarse Despertares, Luria le escribe una carta agradeciendo el envío del libro:

 

Soy consciente y estoy seguro de que una buena descripción de los casos juega un papel relevante en medicina, sobre todo, en neurología y psiquiatría. Desafortunadamente, la capacidad para describir que era tan común en los neurólogos y psiquiatras del siglo XIX se ha perdido ahora, quizás debido a la suposición de que los dispositivos mecánicos y eléctricos pueden reemplazar el estudio de la personalidad…

 

Despertares fue muy bien acogido por la crítica en la prensa pero, escribe Sacks, no hubo ninguna reseña en las revistas médicas lo que fue considerado por algún clínico, como el “extraño mutismo” de la profesión. El mismo silencio de sus colegas recibió la publicación del El Hombre que confundió a su mujer con un sombrero:


Mis colegas neurólogos permanecieron de algún modo remotos y desdeñosos… tengo sobre esto una cierta sospecha…parecía como si yo me

hubiese definido a mí mismo como un escritor popular y si uno es popular ipso facto uno no es tomado en serio…esto no fue general…algunos colegas vieron el Hat (sombrero) como neurología sólida y detallada embebida en una forma narrativa clásica y elegante….pero, en general, el silencio médico continuó…


Tal vez sus quejas estuvieran justificadas cuando publicó sus primeros libros. No lo están en los que siguieron pues la lista de amigos y colegas a los que agradece su ayuda en ellos habla por sí misma: Antonio y Hannah Damasio, Ramachandran, Semir Zeki, Jerome Bruner, Francis Crick, Gerald Edelman, Elkhonon Goldberg, Stephen Jay Gould, Utha Frith, Dan Schacter, Richard Gregory, David Hubel, Jane Goodall…

 

10.- On the Move no es un libro en el que Sacks siga una secuencia cronológica. Los capítulos van del futuro al pasado o al presente, de su familia a la halterofilia, de un país a otro sin respetar fechas ni temas. Además, sus libros, basados a veces en trastornos personales como Migraña, Con una sola pierna o los casos de prosopoagnosia, o con motivo de “viajes clínicos”, (La isla de los ciegos al color o Veo una voz), se escribieron muchas veces de forma simultánea pero a lo largo de muchos años y aparecen mezclados en su relato biográfico lo que hace la lectura amena pero difícil de reseñar. Con todo, una neurología y psiquiatría narrativa como la de Sacks, exige su lectura y quien no haya leído sus libros debería hacerlo por las dos razones que los buenos libros aportan: saber y placer.


En El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, título tomado de uno de los casos relatados, un paciente con prosopoagnosia, Sacks estaba en terreno familiar pues él mismo y uno de sus hermanos padecen una forma hereditaria de prosopoagnosia y agnosia espacial. Su secretaria tiene que advertir a los conocidos que lo visitan que no tengan un físico especial o una marca que los singularice, que digan su nombre cuando lo saluden. Sus problemas espaciales los resuelve de manera parecida orientándose por algún edificio singular lo que no evita sus constantes extravíos.


11.- La curiosidad intelectual de Sacks no se apagó con los años. Con 66 años cumplidos se fue a Oaxaca en compañía de varios botánicos profesionales y aficionados a estudiar los helechos y ver de paso el árbol gigante de Tule que tanto había impresionado en el siglo XIX a uno de sus héroes: Alexander von Humboldt. El Diario de Oaxaca es el resultado de ese viaje, uno más entre tantos diarios de viaje que escribió, varios de ellos inéditos:

 

Todos los viajes me incitan a llevar diarios…los he llevado desde los catorce años y en el año y medio transcurrido desde mi visita a Oaxaca he estado en Groenlandia y Cuba, he buscado fósiles en Australia y examinado una extraña alteración neurológica en las Guadalupe, y todos estos viajes, también han generado diarios…

 

Desde los años 90 del siglo pasado, Sacks acudía los últimos sábados de cada mes a la reunión de los aficionados estudiosos de los helechos en el Jardín Botánico de Nueva York. Decir “aficionados” es no hacerles justicia. Botánico “aficionado” es también nuestro colega psiquiatra Vicente Rodríguez Gracia pero no habrá muchos profesionales por el mundo adelante que posean sus conocimientos. Quizás por su admiración por estos sabios no profesionales, (de los que él forma parte) Sacks dedica el Diario de Oaxaca, no sólo a los botánicos aficionados sino a los también aficionados observadores de pájaros, buscadores de plantas, recolectores de rocas o astrónomos. Uno, en sus años jubilares, se pregunta cuando lee esos estúpidos cursos “gaseosos” para la tercera edad que acostumbran a organizar ayuntamientos y universidades, las razones por las que no imparten materias más sólidas que podrían convertir a muchos de estos jubilados en “aficionados” al estilo de Sacks y sus compañeros (que eran amas de casa, conductores de autobús, o profesores).


12.- Sacks siempre pensó que moriría en un accidente de moto  como T.E. Lawrence (Lawrence de Arabia). No fue así aunque pudo haber sido. Tuvo unos cuantos accidentes con mínimas consecuencias pero también dos intentos de “asesinato” cuando rodaba en solitario con su motocicleta. Eran los años de Easy Rider, la mítica película de Denis Hooper y Peter Fonda y poco faltó para que Sacks no tuviera el mismo final que sus protagonistas. En los dos casos, un coche que lo adelantaba, intentó deliberadamente hacerlo caer lanzándolo hacia la cuneta lo que no consiguieron por un azar afortunado. En los dos casos Sacks persiguió con su moto a los coches “asesinos”. Al primero lo alcanzó en un semáforo. Metió su mano de “La Masa” por la ventanilla y retorció la nariz del conductor hasta hacerla sangrar. En el segundo, dispuesto a hacer algo semejante, se encontró con dos parejas de adolescentes aterrorizados y se fue sin hacerles nada. Estas dos relaciones anticipadas con la muerte no fueron las únicas. Al menos en dos ocasiones fue rescatado por amigos cuando estaba a punto de ser aplastado por olas gigantes haciendo surf.


A los 75 años entró en su vida Billie, un enamoramiento tardío pero felíz, no desafortunado como los anteriores que puso fin, se supone, a sus 35 años de abstinencia sexual pero fue en ese mismo años, (otra vez la presencia de la posibilidad de la muerte acompañando al amor), que también hizo su aparición el cáncer en forma de un melanoma retiniano de pronóstico menos mortífero que los melanoma de piel que fue tratado con láser, y radioterapia hasta que una hemorragia retiniana le privó de la visión de ese ojo. Además, precisó de una prótesis en su rodilla izquierda y de una intervención más para aliviar el dolor insoportable de una ciática. Ahora, con 82 años, acaba de hacer público que su cáncer ha metastizado sin posibilidades de curación por lo que su tiempo de vida es escaso. Ciego de un ojo por el melanoma retiniano, casi ciego del otro, por una catarata, con dificultades para caminar, vive en el Greenwich Village en dos apartamentos contiguos con secretarias y editores que le ayudan en su trabajo (escribe a mano) y manejan su página web y demás herramientas informáticas que no ha aprendido a usar. No hay seguridad de que siga nadando todos los días, tocando a Bach al piano, o comiendo arenques al mediodía y sardinas a la noche. Pero es posible…

Al final de su On the move, escribe:

 

Para lo mejor y lo peor, soy alguien que cuenta historias. Sospecho que el gusto por las historias, por los relatos, es una disposición humana universal que acompaña a los poderes del lenguaje, la conciencia de sí y la memoria autobiográfica…

 

POSTDATA


En un melancólico artículo de despedida reproducido por El País en agosto de este año, Sacks cuenta, que desde la infancia, siempre tuvo la tendencia a afrontar la pérdida de personas queridas recurriendo a lo no humano por eso, las épocas de tensión a lo largo de su vida lo llevaban a volver a las ciencias físicas, un mundo en el que no hay vida, pero tampoco muerte. En sus últimas semanas, esperaba con entusiasmo, casi ansiosamente, la llegada semanal de revistas como Nature y Science, para ir inmediatamente a los artículos sobre ciencias físicas, y no, como tal vez debería, escribe, a los que tratan de biología y medicina. Las ciencias físicas fueron las primeras en fascinarme siendo niño. No le inquietaba poder asistir a la solución del problema de la conciencia que Francis Crick había profetizado que, Sacks, más joven que Crick, vería pues era algo que consideraba sino resuelto al menos de menor relevancia para él. En cambio, dice, me entristece no ser testigo de la nueva física nuclear que vislumbra Wiczek, ni de otros miles de avances en las ciencias físicas y biológicas.


ALGUNA BIBLIOGRAFÍA


Migrañas, Despertares, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Tío Tungsteno, Con una sola pierna, Veo una voz, La isla de los ciegos al color, Un antropólogo en Marte, Los ojos de la mente, Musicofilia. Todos en Editorial Anagrama.