Acumulación en el hogar: síntoma,

significante y modo de proceder

Home accumulation: sympton,

significant and how to proceed



Luís Rodríguez Carmona. Trabajador Social

Unidad de Rehabilitación Psiquiátrica de Piñor

(CHOU). Ourense.

Correspondencia: luis.rodriguez.carmona@sergas.es



RESUMEN


En ocasiones algunos pacientes que ingresan en las unidades de un hospital de rehabilitación psiquiátrica tienen motivado su internamiento porque la deriva de su trastorno psíquico se extiende también a los límites de su propia casa repercutiendo gravemente en su calidad de vida. Este artículo nace de una curiosidad incurable la cual intenta comprender a través de las visitas a los distintos hogares, las causas y las consecuencias que desencadenan el comportamiento que desorganiza el medio en que él se protege el paciente. Es un trabajo comunitario hecho en un periodo de diez años con la intención de conocer los porqués de esa deriva y la relación que algunos humanos establecen con los objetos, trasladando el relato del paciente al contexto de su medio a través de la visión subjetiva del observador.


Es frecuente que toda acumulación que resulte perjudicial para el ciudadano sea etiquetada como un síndrome de Diógenes. El trabajo demuestra que los casos estudiados no tienen nada que ver con la mala referencia que se hace y que se etiqueta de lo que teorizaba y demostraba el filósofo. El estudio pretende a su vez teorizar sobre una experiencia eminentemente práctica que sirva para que otros profesionales puedan hacer uso de ella.


Es una información recogida en la casa, que aportará información relevante con la participación activa del paciente y con un propósito; que un lugar inhóspito o peligroso pueda ser nuevamente un espacio habitable.


SUMMARY


On certain occasions some patients who are admitted to the psychiatric rehabilitation unit of a hospital have a motivated admittance because their psychic disorder drift also extends to the limits of their own house with serious consequences on their quality of life. This article arises from an incurable curiosity which tries to understand by visiting the different homes the reasons and consequences which unleash the behaviour that disorganizes the environment where the patient protects himself. It is a community service carried out in a span of ten years with the intention of knowing the reasons for that drift and the relationship that some humans establish with the objects, moving the patients account to the context of his environment through the observer’s subjective view.


Often, any accumulation which is harmful to the citizen is labelled as Diogenes syndrome. The study proves that considered cases have nothing to do with the poor reference labelled and made of what the philosopher theorized about and proved. The study also tries to theorize on a clearly practical experience which other professionals can make use of. It is information collected at home which will provide relevant information with the active participation of the patient and one aim: To make a dangerous or inhospitable place a habitable space again.


Palabras clave

Patología-Acúmulo Domiciliario-Trabajo Social- Proyecto Psico-Social.

Pathology-Accumulation Domiciliario-Social Work-Psychosocial Project.


1 - INTRODUCCIÓN.


2. - NATURALEZA DEL PROBLEMA Y SU RELACIÓN CON SALUD MENTAL

2.1. - El hogar contaminado por la clínica.

2.2. - Su calificación como Síndrome de Diógenes.

2.3. - Cuando la acumulación es una patología.


3. ESTUDIO DE INVESTIGACIÓN: METODOLOGÍA EMPLEADA

3.1. - La población objeto de estudio.

3.2. - Información cuantitativa del estudio.

3.3. - Datos del impacto cuantitativo.

3.4. - Información cualitativa del estudio: el interés por la

palabra y el tiempo subjetivo. Presentación de casos.


4. - LA INTERVENCIÓN DEL PROFESIONAL Y LA ALLANZA TERAPÉUTICA

4.1. - En el ingreso hospitalario.

4.2. - En el ámbito comunitario.


5. - VALORACIÓN DE LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN: MODO DE PROCEDER

5.1. - Entrevista pactada-Observación participante.

5.2. - Diagnóstico y planificación social.

5.3. - Proyecto comunitario e intervención psicosocial.

5.4. - Programa de evaluación y de seguimiento.


6. - LA INTERVENCIÓN DOMICILIARIA: CLAVES PARA EL DESARROLLO DE LAS

ACTUACIONES


7. - DISCUSIÓN


8. - BIBLIOGRAFÍA




1. - INTRODUCCIÓN


Este trabajo se realiza fuera del despacho institucional, intentando conocer el sujeto en el medio que le es natural, su  hogar. El artículo pretende acercar una visión no estandarizada, sino que fije aspectos a tener en cuenta para futuras intervenciones profesionales.


Es necesario iniciar el trabajo desde el conocimiento de la causa, comprobar el nivel de deterioro, desde su compás organizativo, y vislumbrar su situación caótica a través de algunos parámetros domiciliarios. Abordar cuestiones tan elementales como su capacidad de auto-gestión personal garantizando su dignidad y seguridad, en su hogar. Resulta imprescindible que en todas las fases de intervención se ponga en marcha la colaboración del sujeto en “tela de juicio”.


Las fases de diagnóstico social, planificación y la ejecución del proyecto, tienen intención de valorar y de evaluar el impacto subjetivo producido en el enfermo tras su participación en el nuevo proyecto vital.


Se intenta un objetivo final: evitar que el deterioro que lo llevó a esa situación no se repita, no siendo esto siempre fácil.


No hay mucha literatura sobre el acaparamiento en gente joven o de mediana edad, sí lo hay en cambio sobre diagnosticados con síndrome de Diógenes, que afecta a personas de edad avanzada y con características distintas a la muestra estudiada en este artículo. Los ciudadanos de este trabajo tienen menos de 70 años, y dada sus singularidades no guardan demasiada relación con las propias de una persona diagnosticada de Síndrome de Diógenes.


Es entonces necesario ser más preciso a la hora de diagnosticarlos bajo este epígrafe, no sólo por las diferencias que acontecen sino también por la respuesta profesional que esto implica.


Que no exista mucha literatura al respeto no es porque no se produzcan casos lo suficientemente graves para poder ser 


analizados y discutidos desde aspectos clínicos, sociológicos o desde el ámbito jurídico, simplemente que no son lo suficientemente estudiados para profundizar en ellos.


Cada casa tiene unas características únicas, identidades repletas de historias que dejan huella de la misma; cada hogar condensa los sedimentos de las experiencias de vida, y se distinguen por la esencia de cada morador y las circunstancias que en cada momento rodearon su vida.


El trabajo intenta estudiar y analizar a través de las visitas con el sujeto en su medio el por qué se produce esa metamorfosis en el individuo tal y como se refleja en su casa. Sólo intentando entender cómo y por qué modificó su estilo de vida con una desorganización singular, podremos entender y limitar a veces dicho síntoma.


Cada intervención profesional en un hogar es distinta, porque los sujetos también lo son. Se presentan distintas biografías, situaciones clínicas o eventos sociales singulares por lo que el resultado del acúmulo observado es también único.


Se puede establecer un protocolo de intervención institucional con una base de actuación común, destinado a proteger aspectos básicos o personales pero siempre con la imprescindible flexibilidad a la hora de: analizar, planificar o ejecutar un proyecto para cada situación en particular. No se puede, ni debe mecanizarse nuestro proceder profesional, como si se tratara de situaciones generalizables.


La información observada y recogida documentalmente es complementada con el saber del clínico y la acción social del trabajador social.


Es un artículo que invita a que otros profesionales de la salud, del ámbito social o de la instancia judicial reflexionen si las intervenciones derivadas de un cambio en el estilo de vida de  alguien, es siempre bien analizada, comprendida, tratada y con una intervención social acertada con la profundidad que requiere cada situación.


Se considera el trabajo de campo como fundamental para el diagnóstico clínico y social. Acompañar al sujeto a su hogar y observar el resultado de su desorganización en la máxima extensión del término, ayudará a mejorar su vida.


No hay que incidir demasiado en que la formación del profesional y su experiencia vital tienen su especial importancia.


La acumulación cuando se nos presenta nos supera siempre, esta tiene su comienzo y su recorrido, condensado a través de las distintas señales que diseña el acúmulo en el perímetro de la casa.


En estas situaciones aparentemente irracionales, donde las casas se convierten en un lugar solo habitable por ellos, la decisión de intervenir profesionalmente ofrece en muchas ocasiones el rechazo del profesional (olores, suciedad, peligros, temores…). Una vez pasado el umbral, surge el caos. El efecto impacta y empuja al observador hacia su retaguardia; a veces ni siquiera esto se produce, uno advierte lo que se va a encontrar y evita el encuentro: ojos que no ven. Así surge el proceder… desde la distancia, con el relato de fuentes ajenas como válido para hacerse una idea e intervenir sobre ello.


Es comprensible que a veces la degradación, el hacinamiento o la putrefacción activen en uno ciertas respuestas defensivas.


La primera es el asombro, a continuación la repetición de las mismas frases que se hacen eco sin una devolución de respuestas, y finalmente una superación que empuja en ocasiones a uno a huir, no sólo de la casa, sino también del ciudadano.


En definitiva es un trabajo impactante por lo relatado y por lo complejo de las situaciones que es condensado en la experiencia de los años del trabajo. Es el resultado del síntoma desencadenado en un tiempo subjetivo pasado, que sintomatiza en un presente continuo, y que compromete seriamente el futuro del afectado.


Los 25 casos de la muestra son intervenciones en primera persona, no son derivados de experiencias de otros profesionales, o recogidos a través de encuestas en otros servicios institucionales. Son situaciones que se dan a conocer tras diez años de trabajo, primero en el Hospital Psiquiátrico de Toén, que tras su cierre tuvo su continuidad profesional, en las U.H.R. Psiquiátrica del Hospital de Piñor en Ourense.


2. - NATURALEZA DEL PROBLEMA Y SU RELACIÓN CON SALUD MENTAL


Asociado a múltiples diagnósticos: ansiedad, depresión, psicosis, neurosis obsesiva, esquizofrenia, compradores compulsivos, o con un Síndrome de Diógenes entre otros. La literatura recoge algunos factores que lo desencadenan y suelen relacionarlo con la historia familiar: crecer en el desorden, sufrir de privaciones, satisfacerse a través de una compra en oferta o derivado de situaciones estresantes como sufrir la pérdida de un ser querido entre otras.


Mi experiencia personal es que para cada caso este tiene sus propios motivos y en todos ellos el delirio siempre está de por medio.


Decir que algunos científicos vinculan la patología a una anormalidad de la serotonina lo que lleva a que algunos clínicos crean que administrando antidepresivos se soluciona el problema. El DSM V deja de catalogarlo como un sub-tipo del TOC contemplándolo como un trastorno independiente. Como se ve hay para todo, expertos que lo asocian con un problema en el lóbulo frontal, a causas genéticas o a estresores  ambientales.


Las terapias más utilizadas son las conductivo-conductuales las cuales pretenden incidir en el pensamiento, por lo tanto en la conducta del acaparador, con todo algunos profesionales consideran que es una situación incurable.


La experiencia de trabajadores sociales americanos con experiencia en esta patología argumentan que se requiere de diferentes enfoques profesionales para intervenir de forma apropiada. Lo que parece evidente es que sin un soporte profesional que garantice una ayuda que permita sostener un orden razonable en la vida de estas personas, el síntoma entendido como repetición, volverá a colonizar su vida casi que con total seguridad.


2.1. - El hogar contaminado por la clínica


La acumulación compulsiva es la tendencia a la acumulación de artículos u objetos de una manera excesiva. Las estadísticas dicen que abarca en un 2-5% de la población adulta mundial, sin variaciones en cuanto al género (www.sanar.org/salud-mental/). Suele limitar la movilidad del individuo en la casa, y la mayoría de las veces interfiere en las actividades comunes de la vida diaria (cocinar, limpiar, dormir o utilizar las instalaciones sanitarias).


Dicho síntoma acaba transformando la casa en un lugar inseguro, insano y caótico. No es infrecuente que acontezcan situaciones de serio riesgo con la posibilidad de incendios, accidentes o desplomes.


No es la primera vez, ni será la última, que el acúmulo sepulte a quien se mueve entre los limites de su estructura. En otras ocasiones el excesivo gasto lo abocará a la miseria.


Con todo, lo que resulta preocupante para nosotros, no lo  supone para quien vive así que piensan y manifiestan que es un ambiente totalmente seguro.


2.2. - Su calificación como Síndrome de Diógenes


Resulta paradójico relacionar el trastorno del comportamiento objeto de estudio con el que se caracteriza por un Síndrome de Diógenes, basado en el total abandono personal y social.


Se asocia a quien acumula en el hogar grandes cantidades de basura o de desperdicios domésticos, situación que nada tiene que ver con el estilo de vida del célebre filosofo. Diógenes de Sinope de origen macedonio, discípulo de Sócrates, fue educado entre otros, por Aristóteles, y admirado por Alejandro Magno. Llegado un día decidió vivir en la extrema austeridad. Su vivienda, era una tinaja que tan sólo abandonaba para dormir en los pórticos de los templos, se vestía con una capa y andaba descalzo todo el año. Estas eran todas sus posesiones. En el día contaba con la compañía de los perros de la calle y por la noche con el firmamento del cielo.


Calificar entonces como Síndrome de Diógenes a las personas de la muestra del estudio, seguramente al propio Diógenes no le hiciera ninguna gracia.


Esta calificación se empezó a utilizar de manera irónica por los científicos en el año 1975. Esta situación inexplicable llevó a que numerosos psicólogos y académicos reclamen el final de una terminología que deshonra el buen espíritu filosófico de aquel hombre. Actualmente se utilizan otras terminologías como: silogomanía, urraquismo o síndrome de miseria senil.


Hecha esta obligada referencia los “Síndromes de Diógenes” generalmente afectan a los ancianos donde la soledad puede ser en muchas de las ocasiones un factor de desencadenamiento.


Los acaparadores compulsivos y los Diógenes comparten situaciones como; aislamiento social, descuido en las condiciones higiénico sanitarias, desnutrición, etc.


Los Diógenes se caracterizan porque acumulan grandes cantidades de basura, rechazan cualquier tipo de ayuda, viven en condiciones de extrema pobreza a pesar de que en ocasiones dispongan de dinero suficiente incluso cantidades millonarias.


En mucha menor medida esto ocurre en gente joven. Los rasgos de su personalidad abarcan trazos paranoides, esquizoides, testarudos o excéntricos sin que esos datos sean sine qua non.


2.3. - Cuando la acumulación es una patología


Cada acumulación en un hogar produce una obra de singularidad única que habla de la locura del individuo. De manera general las casas comparten rasgos comunes: suelen ser lugares degradantes, en los que campa la miseria, son espacios reducidos y atestados a lo que se le añade a veces el sufrimiento del sujeto. Otra cuestión es la situación del uno por uno, que tendrá sus particularidades como obra que es.


Es habitual que cuando vamos a estos hogares los enfermos nos alerten de que la vivienda no está en un buen estado. Es una advertencia que ya indica que viven de una manera diferente, y que no les gusta mostrar esa degradación que lo envuelve todo. Es importante tenerlo en cuenta para manejar con delicadeza los tiempos en cada una de las intervenciones a realizar.


Es frecuente la duda de quien deba ser la persona o el profesional que planifique un proyecto de intervención social en estos casos, que debe ajustarse como un guante a la clínica del enfermo. Una cuestión es quien debe planificarlo y otra  quien debe liderarlo. Mi criterio es que debe ser liderado por el propio sujeto, y por aquel al que le otorga su confianza, pudiendo ser este un profesional de la salud, de servicios sociales, algún familiar, un vecino, el párroco, etc.


La planificación debe ser acordada con todos los profesionales que deban intervenir en el caso.


Nuestra labor profesional es la de actuar como aliados del sujeto, que comprenden su situación, que no la cuestionan, si no que lo que se pretende es ayudarlo. A veces basta emplear el silencio como respuesta que surge ante la realidad encontrada. Es importante valorar los pequeños logros o avances conseguidos por el enfermo, que deben ser reconocidos y tenidos en cuenta por muy pequeños que estos sean. Habrá ocasiones en las que nadie en años traspasó los límites de su dominio, lo que confiere; responsabilidad y privilegios de poder hacerlo. Será diferente el efecto que se produce sí la visita es voluntaria o por una orden judicial.


La ausencia de lazo social en la comunidad es algo típico. Suelen volverse huidizos en el intercambio de la palabra, surge la desconfianza, corto-circuítan vínculos que se mantenían desde hacía años, no hay deseo de comunicarse, tan sólo lo imprescindible. Sólo dentro de su casa, desplazándose entre el abandono, donde reina el caos se encuentran protegidos y con cierto acomodo.


Su rutina la ocupan en la labor de acaparar y llenar todo el hogar. Los objetos acaparados son de lo más diverso, de manera que nada de lo que entra en el domicilio salga de él, atrapando al sujeto en la maquinaria de su locura. Destaca las escenas que se suceden cuando el sujeto visita su casa, el apego emocional acumulador-acúmulo se apreciará en determinados gestos o actos: sus ojos escanearán con una precisión de cirujano todo el acúmulo, suelen tener la capacidad de detectar dentro del caos dónde se encuentra  cada objeto. Verifican el desorden, como si cada objeto atendiera a una tarea o a un lugar específico. Uno tiene la impresión de que dichas pertenencias dan un sentido de estar vivo, tocarlas sin su consentimiento inmediatamente pueden hacer mudar la relación hacia la sospecha.


Todo es la máxima expresión y extensión del sujeto, es el resultado de la clínica donde su síntoma acaba dominándolo todo. Todo tiene valor sin distinguir entre lo que es útil de lo que no lo es. El acúmulo está solidificado, cristalizado y formando un todo. Es destacable la capacidad de adaptación para vivir en semejante situación.


En la primera visita el miedo y la ansiedad son la norma. Es un dato relevante comprobar el sufrimiento que se produce en el enfermo cuando debe desprenderse de parte o de todo el acumulado.


Hay que dar tiempo para la elaboración de la pérdida no se puede forzar ese tiempo. Si no se respeta surge el recelo, principal obstáculo para él y para nosotros. En ocasiones es difícil para el profesional encontrar una respuesta o justificación a lo encontrado, por lo indigno, preocupante y peligroso del acúmulo. La visita precisa de hacer transferencia con el enfermo, que permita pactos sustentados en la transparencia y en el valor de la palabra.


3. - ESTUDIO E INVESTIGACIÓN: METODOLOGÍA EMPLEADA


A medida que el tiempo transcurría la experiencia personal en los casos sociales de acumulación domiciliaria iban a uno enriqueciéndolo. El trabajo nace y adquiere sentido por dos aspectos que surgen: la curiosidad que se da desde el primer caso y el tiempo que irá presentando nuevas situaciones-nuevas inquietudes.


Con lo planteado se pudo elaborar una base de datos con 26  variables que permitieron establecer una foto fija de las características personales y domiciliarias.


En cada domicilio se realizaron pruebas gráficas bajo consentimiento de los moradores.


Todo ello se completó con el relato del paciente y con las patobiografías de las historias clínicas y sociales.


La hipótesis a tratar estaría en verificar que los domicilios de los sujetos objeto de este estudio no estarían en consonancia con las características de los tipificados como ¨Síndrome de Diógenes ¨ lo que nos permitirá establecer un perfil social más adecuado. A su vez dada la experiencia del trabajo este permite elaborar o mostrar una serie de parámetros profesionales para abordar la ayuda social hacia este colectivo.


3.1. - La población objeto del estudio


La muestra objeto de estudio corresponde a ciudadanos de la provincia de Ourense, los domicilios se localizan tanto en áreas rurales como en zonas urbanas. Son ciudadanos diagnosticados de alguna patología psiquiátrica que ingresan en las Unidad Hospitalaria de Rehabilitación Psiquiátrica de manera voluntaria, involuntaria o derivados desde otros servicios institucionales.


Aunque la muestra aquí presentada procede de personas de una U.H.R.P. puede ser un trabajo para desarrollar sin que el ciudadano ingrese en un centro hospitalario. Sólo cuando su deterioro físico o psicopatológico revista de la suficiente gravedad se procederá al internamiento sanitario.


3.2. Información cuantitativa del estudio


Tabla Nº 1.- Diagnósticos clínicos


Fuentes.- Datos elaborados a partir de fuentes propias



Tabla Nº 2 . Perfil social de los acumuladoresMenos de 65 años22



Fuentes.- Datos elaborados a partir de fuentes propias.


3.3. - Datos del impacto cuantitativo


1. Entre los resultados, el impacto que la muestra refleja prevalecen en 3/4 partes los cuadros psicóticos ante los cuadros neuróticos graves.


2. El promedio de edad se sitúa claramente por debajo de 60 años, alejándolos de unos de los perfiles que caracterizan a los Síndromes de Diógenes.


3. La variable sexo no es significativa.


4. El 50% de los ingresos fueron por vía judicial.


5. En dos de las ocasiones le supuso al paciente el deshaucio del inmueble.


6. Señalar que en un número importante (10 casos) tiene su origen en que bien sus padres u otros familiares próximos iniciaron el acumulo dándole ellos continuidad en el tiempo.


7. - Fueron pocas las medidas judiciales que tras los ingresos se aplicaron y que afectaron a la capacidad de obrar del sujeto. El trabajo basado en el pacto convenido permite mantener al margen a la justicia y mantener los derechos civiles y la participación social del sujeto.


8. - La suciedad, el abandono, el desorden y los déficits de equipamientos están presentes sin llegar a la gravedad de los domicilios de los ancianos con Síndrome de Diógenes. Llegan a producir situaciones límites que por una parte son minimizadas y por otro reflejan la gran capacidad de adaptación humana. Más de la mitad de la muestra reflejan que la integridad y el riesgo para la salud eran evidentes.


9. - En un 40% de la muestra les fue posible la vuelta a casa con la ayuda necesaria para que la situación no se repitiera, en otro  30% fueron derivados a domicilios ya sea compartidos o de carácter tutelar, supervisada o con familias en situaciones de acogimiento.


El 30% restante la derivación se produjo a una residencia especializada al ser inviable el retorno domiciliario bien por la gravedad de la clínica, o la carencia de recursos de apoyo en la comunidad.


10. - Un 75% de las personas de la muestra tienen ingresos menores de 600 euros, la mayoría son pensiones no contributivas (369 euros) lo que los sitúa por debajo del umbral de la pobreza. La asociación patología psíquicapobreza- acumulo-exclusión social es un dato para considerar sin ningún

género de dudas.


11. - Respecto al apoyo familiar el 40% fue contraproducente ya sea por la inadecuada comprensión de la situación o por una mal manejo a la hora de la ayuda precisada.


12. - Casi un 40% de las intervenciones se realizaron en coordinación con otros dispositivos institucionales.


3.4. - Información cualitativa del estudio: el interés por la palabra y el tiempo subjetivo. Presentación de casos.


Nuestra presencia en el domicilio permite calibrar la respuesta del sujeto ante una situación domiciliaria anómala; lo hace desde la posición interesada del conocimiento, en el intento de asesorarlo en un momento en el que se analizan aspectos importantes de su pasado, y que afectan ahora a su presente más inmediato. Una presencia la nuestra sin invadir de pleno el deseo del otro, próxima pero con la distancia adecuada, visible sin ser en exceso, centrada en el relato que permita crear y afianzar esa alianza terapéutica que se plasma en la confianza, eliminando actos desde el poder que obvia que no se trata de anular el disfrute del otro sino de limitarlo.


Actuar desde la inmediatez sin tener consideración la cadencia del sujeto, dejándonos impresionar por lo observado, o por lo relatado por terceros, puede tener como resultado la cosificación del enfermo.


En definitiva no contar con su palabra, con sus derechos como ciudadano significa no entender nada. Es muy habitual que ante la locura aparezca la imposición que obliga a decidir por él, sin que hubiera en muchas de las ocasiones apenas contacto. Esto arrastra al sujeto a una posición de sumisión o de segregación.


Actuaciones apresuradas como son: iniciar diligencias informativas de incapacidad judicial, ingresos forzosos en instituciones, o en centros residenciales resulta en ocasiones únicamente cómodo para el profesional.


En la muestra estudiada el sujeto fue participe en todos y en cada uno de los casos. En algunas de las situaciones el deterioro psíquico era lo suficientemente importante para que el retorno a casa no fuera posible. Hacerlo igualmente participe, permite sentirse actor principal y a nosotros autorizados por él. Independientemente de que determinadas acciones profesionales no coincidan con el deseo del paciente resultan menos desagradable para él si empleamos la honestidad en la comunicación. Expongo a modo de ejemplo y de manera breve cinco de los casos de la muestra representada que dan cuenta del contexto clínico y social que se refleja en el artículo.


Primer caso.

La visita a este domicilio contó también con la participación de la psiquiatra encargada del caso. Es recomendable que en ocasiones esto ocurra y comprobar in situ las condiciones en las que viven los pacientes. Los golpes de realidad nos sitúan a todos de manera correcta. Sólo fuera de los despachos conocemos el perímetro vital en que se mueve el sujeto.


En la situación domiciliaria de J.M la visita a su casa nos permitió descubrir cómo la misma estaba totalmente significada por un color; el rojo. Cada elemento que conformaba el contenido del inmueble ya fuera dentro del propio hogar (ropa, alimentación, utensilio etc ) como fuera de él se identificaba con ese color. En las últimas semanas se dedicó a pintar el interior y el exterior de su casa, se incluía todo lo que su locura consideraba; plantas, piedras, árboles de su finca o mismo el alcantarillado de la casa. Para vecinos o autoridades de la zona era considerado como un acto vandálico.


Su radio de acción delirante ya se había extendido fuera de los límites de su casa; acera, farola o la alcantarilla pública (se extendió por que parte del terreno le había sido expropiado por el ayuntamiento para mejorar los accesos, pero su locura nunca había autorizado ese acto administrativo).


Los vecinos desconocedores de los motivos, solían increparlo habitualmente y afearle su conducta, sin tener en cuenta que hasta entonces para ellos había sido un hombre apacible y de buen trato, en definitiva un buen vecino.


Ahora no existían las preguntas sólo los agravios.


En una de las visitas se pudo observar distintos libros monográficos relativos el sistema solar. Con las evidencias gráficas observadas se pudo asociar, comprender y descubrir la relación con ese significante clave de su delirio.


Era descendiente del astro rey, ese era su delirio de filiación, identificación básica de su estabilización, totalmente congruente con los hechos aparentemente extravagantes.


Su limitación física no le permitiría la vuelta a su casa y no por eso dejó de ser partícipe en su proyecto al alta.


Las visitas que suponían 200 Km que distaban del hospital a su casa valieron la pena para afianzar el vínculo transferencial y buscar una alternativa residencial pactada. Su alta clínica a una residencia próxima a su casa garantizó la atención socio sanitaria precisa, y le permitió desplazarse al lugar donde albergaba la expresión artística que identificaba su delirio y su razón de ser, y de estar en el mundo.


Segundo caso.

R y L son padre e hijo, ambos diagnosticados de un trastorno delirante compartido (Folie a Déux), su vida transcurría en la más absoluta miseria en un piso de su propiedad. Lo alarmante de su situación no había pasado desapercibida para los servicios sociales comunitarios que durante años intentaron sin éxito intervenir. A raíz del ingreso hospitalario del anciano en malas condiciones físicas se pudo por primera vez actuar.


Se hizo un ingreso conjunto y se realizó una visita domiciliaria comprobándose como durante años los ingresos económicos procedentes de la pensión del padre se destinaron a la compra masiva de objetos de lo más variopinto.


Nunca se desembalaron, eran adquiridos siempre en cantidades repetidas y apilados estratégicamente por toda la casa. El acúmulo redujo muy seriamente la movilidad en la vivienda atestándola de cosas por todas las esquinas.


El informe técnico del ayuntamiento lo dejaba claro: “hubo serio riesgo de derrumbe del vetusto inmueble por el peso que sostenía la estructura”.


Fue necesaria la colaboración del ayuntamiento a través de la colocación de colectores para vaciar y trasladar parte del contenido de la vivienda.


La actitud tiránica del hijo, la fragilidad del anciano, y la certeza delirante del hijo sobre vecinos y familia, a quienes acusaba de  tener interés sobre su patrimonio alimentaban el delirio, potenciando el síntoma.


La provisión masiva minimizada sobre todo por el hijo, que ejercía evidente poder sobre el padre, había derivado en un empobrecimiento importante, distintas posesiones descuidadas de las obligaciones tributarias estaban amenazadas de embargos.


Los cuidados y la alimentación más básica en ambos, pero sobre todo en el anciano, eran serias, presentando signos de abandono y de desnutrición.


La intervención se centró en primer término en la protección del anciano con un posterior ingreso en un centro residencial. El retorno de su hijo al domicilio se hizo en unas condiciones de seguridad y de higiene aceptable.


Fue necesario la apertura de expediente en fiscalía de incapacidades para que el anciano pudiera residir en un geriátrico, y disponer de la pensión que desde hacía muchos años, no gestionaba. Ambas medidas fueron obligadas por la no aceptación del hijo a perder parte de su disfrute psicótico. Su oposicionismo se basaba en que se quedaba sin dinero para seguir haciendo compras y que estas eran más necesarias para él que garantizar las necesidades básicas.


No había intención de modificar su estilo de estar en el mundo, cualquiera otro proyecto distinto a su deseo era vivido como una seria amenaza.


Al alta, el seguimiento se derivó a servicios sociales comunitarios quien nunca realizó un seguimiento idóneo, por lo que es muy probable que el síntoma en el hijo siga repitiéndose.


Este desenlace es un claro ejemplo de la inexistencia de una  coordinación e implicación bi-direccional de los seguimientos de los casos de acumulación domiciliaria por parte de las administraciones públicas implicadas.


Tercer caso.

R dilapidó cerca de 300.000 euros a lo largo de los últimos 10 años, una parte importante del patrimonio fue destinado a todo tipo de compras, especialmente ropa y tecnología, la cuál se multiplicaba de manera desorbitada.


Lo comprado ocupaba el largo y ancho de las tres plantas de su casa y permanecía almacenada en bolsas que nunca se llegaron abrir.


Ropa para ella, para su hijo, para su madre, la mejor tecnología. En zapatos se gastó más de 15.000 euros. Nunca los utilizaría ni tampoco el resto de las compras, R por el contrario acostumbraba a vestirse con ropas desaliñadas y viejas. El fallecimiento de su padre, la separación de su pareja, coincidiendo con el nacimiento de su único hijo, iría sumiéndola en una profunda tristeza y soledad.


El aislamiento fue permanente, las palabras apenas circulaban, sólo las precisas. La rutina marcada por el automatismo de adquirir compras de cierto valor la seguían sosteniendo en el aislamiento, y el mundo lo describía con monosílabos. Esta conducta ritualizada desencadenó una caída al mayor de los sufrimientos para ella, el descuido de su hijo y el de su madre lo que supuso la intervención judicial dada la situación de desamparo.


Ella ya no podía alzar su mirada y todavía menos su voz cuando irrumpió la Guardia Civil en la casa. La escena reflejaba a R en posición fetal en el regazo de su madre como si precisara de ese refugio para seguir respirando, todo esto ante la atenta y piadosa mirada de su hijo menor.


En las primeras entrevistas el contacto era pobre y defensivo, sin apenas relato, con bloqueos mentales y con caída subjetiva importante, donde la evitación era la norma.


Las visitas a la casa en la que yo la acompañé, para organizar lo desorganizado le aportó valor para enfrentarse a las señales que se le presentaban como la de una mujer desposeída del control de su vida.


Además de los múltiples objetos que acumulaba en la casa había montones de cartas de todo origen, la inmensa mayoría sin abrir. La dolorosa realidad que guardaba la correspondencia no tenía lugar para un deseo imparable que la acabó tapiando entre su particular acúmulo.


El desorden se imponía y junto con los deberes tributarios amenazaban su ya mermado patrimonio.


Las visitas realizadas la alejaron del despacho intimidatorio del que juzga, y habilitaron un espacio próximo. La entrada a cualquiera habitación dejaba petrificada por momentos a R como si se presentasen recuerdos que la paralizaban.


En ocasiones en el descanso de jornadas intensas de arreglo de todo aquello, surgía el relato doloroso que permitía alguna reflexión esclarecedora sobre su declive. En una ocasión, sentados en unas cajas en el desván, ella concluye que su ilusión era magnificar su imagen, parecerse a las famosas de las revistas y de este modo imaginariamente volver a ser amada.


Su dolor criogenizado fruto de un rechazo social imaginario y disparatado la empujó a una rutina compulsiva en la que sus salidas a comprar eran su manera de suturar una imagen rota al dejar de ser amada.


Cuarto caso

T es una mujer soltera, que vive sola y económicamente   acomodada. La mezcla de la prodigalidad de su delirio era el cóctel perfecto para el abuso de los comerciantes de la zona. Su casa no tenía mas cabida para más ropa y complementos. Los comerciantes de la zona sabiendo de su querencia por las compras sin sentido aprovechaban para venderle ropa fuera de temporada, inadecuada a su edad o a su talla. Con ella el lema era “el todo te vale”.


Su enfermiza desconfianza con su familia a raíz del fallecimiento de sus padres, sólo presagiaban para ella la persecución de su patrimonio. Pero el dinero iba disminuyendo y el ingreso hospitalario por autorización judicial permitió distintas intervenciones pactadas. Las siguientes visitas con la paciente permitieron que una parte importante de la ropa, seleccionada por ella, fueran donadas a una ONG. No sin dificultad conseguimos que aceptara la figura de un administrador patrimonial que la protegiera. Para atajar el futuro desorden se contrató a una empleada del hogar que se encargaría de los cuidados de ella y de los de la casa.


La introducción de un tercero permitió normalizar su calidad de vida y estabilizar su clínica evitando re-ingresos donde hasta ese momento sólo la intervención de la justicia se hacia inevitable y con ello colocarnos a nosotros como perseguidores y colaboradores de su sufrimiento.


Quinto caso.

R, P y H son tres hermanas jóvenes que viven juntas. En un mismo año mueren sus padres y empiezan a dispararse comportamientos de distinta naturaleza que dan cuenta de la desorganización de cada una de ellas.


La situación se mantiene de esta manera durante años hasta que la convivencia se vuelve insoportable. Los desencuentros son la norma, la insalubridad, las carencias higiénicas, la pobreza y el desorden domiciliario son alarmantes.


La locura es imparable. La única intervención que se hace desde servicios sociales comunitarios pasa por la incapacidad y el ingreso en centro residencial para las tres hermanas.


Es tras el ingreso hospitalario de una de ellas cuando somos conocedores de la situación, se establecen las primeras visitas al domicilio con el propósito de analizar in situ que llevó a las hermanas a su estado actual y de qué manera se puede ayudarlas. Es en el propio domicilio donde se pacta la intervención con cada una de ellas y con proyectos individuales. Fue necesario la hospitalización de todas ellas de manera gradual para poder intervenir adecuadamente.


In situ se comprobó la gravedad clínica y social. Se precisó de tiempo para concluir los proyectos, con seguimientos clínicos y sociales que garantizaran dignidad para vivir, ingresos económicos básicos, y mejora de la clínica que permitiera establecer cierto lazo social. Los proyectos se resolvieron todos y cada uno de ellos sin ninguna medida judicial.


Este breve resumen no dará cuenta de las numerosas intervenciones terapéuticas y sociales hechas durante mas de un año de trabajo donde finalmente pudo anclarse un proyecto vital para cada una de ellas en la comunidad.


4. - LA INTERVENCIÓN DEL PROFESIONAL Y LA ALLANZA TERAPÉUTICA


4.1. En el ingresos hospitalario


Como cualquier enfermo que ingresa en una unidad hospitalaria su valoración sanitaria lleva implícita la atención de los cuidados más básicos. Hay determinadas situaciones de ciudadanos que residieron en condiciones de insalubridad, de higiene deficitaria o carentes de nutrición idónea que precisan ser recuperados en su aspecto orgánico. Tratadas estas cuestiones y atendiendo a los tiempos de la clínica se indicará  la necesidad de la intervención profesional por parte del Servicio de Trabajo Social Hospitalario.


El profesional solicitará de distintas fuentes (médico, paciente, red socio familiar, servicios sociales comunitarios, etc.) aquella información necesaria para diagnosticar y planificar la intervención profesional futura.


4.2. En el ámbito comunitario


Las personas en situaciones de acumulación compulsiva normalmente no son quienes alertan de su deterioro, suele ser la familia o los vecinos quienes informan del hecho. Situaciones que ponen en peligro al individuo suelen ser coordinadas con los profesionales del ayuntamiento de referencia. Se puede requerir la intervención de: servicios sociales, sanidad municipal, servicio de limpieza, técnicos etc, a veces en colaboración con la policía local, bomberos y el asesoramiento jurídico municipal si se da el caso. En ocasiones extremas se puede hacer uso del articulado de la Ley de Propiedad Horizontal derivando la intervención a las instancias judiciales que puede desencadenar el desalojo del propietario por un tiempo máximo o por el desahucio si es un inquilino.


5. - VALORACIÓN DELA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN: MODO DE PROCEDER


Uno puede acaparar cosas y no padecer una enfermedad, la necesidad de intervenir la determina la valoración del sujeto para auto-gobernarse atendiendo a la cantidad del desorden almacenado que derive en un riesgo para la persona o para sus vecinos. Se puede establecer el proceso de intervención de la siguiente manera:


5.1. Entrevista pactada - Observación participante


1. Valorar las condiciones higiénico/sanitarias del domicilio (radiografía domiciliaria) y la impresión del sujeto.


2. Poner si es preciso en conocimiento de la justicia la situación observada.


5.2. - Diagnóstico y planificación social


1. Hacer un análisis y un diagnóstico de la situación encontrada.


2. Conocer los recursos formales e informales con los que se cuenta.


3. Elaborar una planificación de un proyecto realista, viable y que dignifique su calidad de vida.


4. - Información y coordinación con los profesionales de la red social implicados directa o indirectamente.


5.3. Proyecto comunitario e Intervención psico-social.


1. Hacer partícipe siempre que sea posible al paciente en la organización domiciliaria.


2. Organizar lo desorganizado.


3. Utilización de elementos de protección (guantes, máscara, ropa apropiada…).


4. Ayudar y animarlo/a organizar, limpiar y deshacerse de lo sobrante.


5. Proponer la opción de hacer donaciones de los artículos sobrantes.


5.4. Programa de evaluación y seguimiento


1. Establecer las visitas domiciliarias a posteriori.


2. Mantener la coordinación con los dispositivos socio  sanitarios precisos en la intervención.


3. Espaciar o no las visitas según se sostenga la dignidad domiciliaria.


4. Poner fin al seguimiento del caso si se dan las garantías en el tiempo de un modo de vida adecuado.


En el caso de que se den limitaciones físicas, psíquicas, o patrimoniales o de otro orden impidiendo o desaconsejando su retorno domiciliario debe ser igualmente partícipe en la medida de lo posible de su nuevo itinerario vital.


6. LA INTERVENCIÓN DOMICILIARIA: CLAVES PARA EL DESARROLLO DELAS ACTUACIONES.


Es frecuente que el impacto que se produce tras las primeras imágenes contempladas haga que de manera apresurada se dé un primer diagnóstico social viciado por el rechazo subjetivo de uno mismo. Esto impide que nos hagamos las preguntas debidas, el prestar la atención adecuada y el elaborar alternativas viables. La experiencia de las visitas nos permite una mejor comprensión de las variables una vez interconectemos biografía, personalidad y patología.


A la hora de intervenir se suele hacer una reflexión apresurada y corta en el análisis que le dé de manera inmediata al observador una explicación a lo irracional que tiene ante sus ojos. Es muy recurrido sintetizar el acúmulo a que obedece a un “almacenamiento para un futuro incierto” o que es “el resultado único y exclusivo de la locura irracional del sujeto”. quedar con una reflexión de este exiguo contenido es por lo menos empobrecida.


La realidad presentada ante nuestros ojos y sostenida por un ciudadano de hábitos raros a lo largo del tiempo no se reduce a una síntesis que es tan proporcionalmente lejana cómo lo es el  propio enigma de la locura expresada.


No establecer una conexión entre el observador y lo observado no nos revelará los estrambóticos motivos que tiene para el sujeto el desorden externalizado de su delirio.


Cada casa tiene particularidades o señales propias que se califican como texturas comunes y son el objetivo a tratar como es el desorden y la higiene, convergen a su vez con experiencias personales y con los síntomas que cumplen una función subjetiva. Las visitas y los encuentros con el sujeto en su medio sirven para que la transferencia entre el observado y el observador sean capaces de proponer un proyecto viable que recomponga lo desorganizado.


Puede resultar extraño entender la interconexión que se da entre los efectos psicopatológicos de la clínica sobre la propia casa. Pero así ocurre, se produce un cierto andamiaje entre sujeto - patología - acumulo capaz de transformar una casa en un espacio tan inhabitable como en ocasiones peligroso.


Es también curioso que una desorganización domiciliaria contenga información analizable como si se tratara de observar la escena de un yacimiento arqueológico o la comisión de un crimen.


En el estudio realizado se ha comprobado como el tipo de acúmulo obedece a una desorganización subjetiva reiterada a través de un síntoma repetitivo que ofrecen determinados datos visuales que son complementados con el relato in situ del sujeto. Otra cuestión es cómo se canaliza el impacto visual y el rechazo ante lo observado. Además de esta lectura se necesita disponer de recursos profesionales, institucionales o económicos con el propósito de evitar que precisamente la soledad del profesional derive en la impotencia o en la pasividad como respuesta amenazante. Si esto ocurre suelen hacerse intervenciones sociales inmediatas, justificando el  proceder empleando algún tópico “iberal” como es el respeto a la decisión de vivir cada uno como desea o que el ciudadano no se deja ayudar cuando se sabe sobradamente que la situación supera al paciente y lo hace en este caso también al observador.


Tampoco se trata de intervenir por intervenir, si no cuando verdaderamente sea preciso asegurar la seguridad, la salud o proteger en definitiva al sujeto de una preocupante vulnerabilidad. Es tan importante intervenir cuándo es preciso, como no hacerlo cuando no es necesario. Calibrar los actos profesionales dependerá de nuestros componentes formativos, implicación, ética profesional o de la disponibilidad de recursos.


Un trabajo como este no es más que la recomposición in situ de las causas de la acumulación para poder sumarla a la información clínica y social la cuál difícilmente se obtienen en otro escenario que no sea el propio dominio privado del paciente.


El trabajo se ha fundamentado en la observación domiciliaria, en la patobiografía del sujeto, en su participación, en la recogida de información de terceras personas y en los soportes gráficos existentes.


Con todo ello lo que se pretende es ayudar a restablecer unos espacios de vida enfermos en otros saludables.


7. - DISCUSIÓN


El artículo refleja el interés por afrontar lo que para el autor se le presenta como un reto profesional. Situaciones complejas y de difícil conclusión que pretende recuperar espacios de vida desorganizados en otros más saludables.


En cada uno de los casos, singulares todos ellos, tratará de promover la participación activa del sujeto como actor  principal, en la resolución/pacificación sintomática, que fue lo que lo llevó finalmente al ingreso hospitalario.


Es el resultado del empuje constante de su síntoma al que no va a renunciar a cualquier precio. Cada caso en su planteamiento o resolución es singular. Se intenta entender cada historia toda vez que la desorganización subjetiva deja señales, que como balizas nos orientan.


Este no es un relato que dé todas las claves, ni un manual para abordarlo de serie. La transferencia honesta y basada en el respeto y en la palabra es la clave para cualquier posible intervención.


Los domicilios son espacios para el resguardo de sus amenazas, de sus miedos, donde se vive en ocasiones con la soledad más absoluta. Es en estos espacios donde la locura y su sufrimiento deja su poso escenificándolo en el abandono, derivado de un síntoma que no le da respiro.


Como conclusión se podría decir que la experiencia en el trato con sujetos en muchas ocasiones hacen que nos movamos en escenarios poco claros donde cierta precaución y seguridad son claves para no agravar la relación.


En la mayoría de las veces situaciones como las expuestas no se estudian en profundidad, están muy alejadas del ámbito universitario y de la formación de post-grado por lo que la ceguera del observador puede estar en un presente continuo.


Asimismo cada uno de nosotros trae su propio recorrido vital subjetivo, que influirá en el manejo de los tiempos y de los encuentros dándole una tonalidad u otra.


Habrá profesionales que no podrán ayudar a organizar la vida de un paciente, descifrar supone un esfuerzo y un análisis imprescindible cuando se trata de ayudar a organizar un estilo  de vida con sus particularidades.


No todas la personas están preparadas para conseguirlo.


La escasa formación clínica o psicopatológica, el no saber manejar ciertos códigos en nuestro proceder, la posición de poder, el marcado narcisismo del profesional o el rechazo al encuentro con el sujeto son algunas de las amenazas con las que contará el enfermo objeto de la intervención. En otras ocasiones los propios miedos y bloqueos darán como respuesta la pasividad del profesional.


Aproximarse el ciudadano de manera precisa, sosteniendo en el tiempo un pacto serio de palabra y compromiso, permitirán al sujeto ser actor de su recorrido vital. Esta es sin duda la base principal para motivar ese cambio tan buscado como necesario.


8. - BIBLIOGRAFÍA


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