Mi historia del psicoanálisis en Galicia*


Antonio Lage Tesouro. Psiquiatra

Menorca


*Conferencia pronunciada en la Real academia de Medicina y Cirugía de Galicia, el 12 de mayo del 2016, A Coruña.




Escribo este discurso, invitado por el Dr. Luis Ferrer para leerlo en esta digna Institución. Tengo los suficientes años para haberme olvidado de muchas cosas, pero algo queda, que por algo será. Esta frase me trae al pensamiento otra de otro autor perdido en la memoria: la cultura es lo que queda después de olvidarlo todo.


Olvidar mucho de lo aprendido en cincuenta años de práctica psiquiátrica y hablarles de lo que me queda.


La historia es una reconstrucción desde el presente. No pretendo darles una charla erudita. No es un estudio elaborado de la historia del psicoanálisis en nuestra tierra, sino que trata de enlazar recuerdos vividos, ya que creo que en los momentos cruciales de esta historia yo pasaba por allí. Es mi testimonio. Ha pasado mucho tiempo desde el año 1976, fecha para mi determinante, y es posible que se hayan hecho otros trabajos sobre el tema. No me preocupé en buscarlos. Prefiero hacerlo conscientemente desde mi subjetividad, para equipararlo con el del paciente, que el cientificismo de la psiquiatría dominante actual, está disolviendo. Y me atrevería a decir que no solo en el campo de la psiquiatría y de la psicología, sino también en el campo de la medicina general.


El sujeto se sustituye por el protocolo y no es por nada que circule (aunque sea a modo de chiste), que el fonendoscopio es lo que diferencia en un hospital a un médico de un enfermero.  A mi juicio el protocolo y la informática están alterando la relación médico-paciente, que, hasta la aparición de la medicina científica, tan reciente, fue el único pilar que la sostuvo. El médico mira más al ordenador que al paciente. Ya casi no lo toca aunque lo someta, a veces sin justificación, a aparatos de tortura como ese féretro ruidoso de la resonancia magnética.


Vivo en Menorca desde hace quince años y veo cada día el florecimiento de las medicinas alternativas, que llega hasta personas muy próximas. La homeopatía, las flores de Bach, la osteopatía (hasta me llegó un paciente que cree en la cábala inglesa, y no estaba loco), y creo que estos placebos ejercen su efecto porque el curador ocupa un lugar de supuesto saber y escucha al paciente. Esto, con el efecto placebo y la homeóstasis producen sus resultados.


Y que esto pase en psiquiatría... recuerdo el caso de una persona muy próxima, con un grave problema familiar que lo curaba con alcohol. Era gente de dinero y se fue a Barcelona a uno de los psiquiatras más caros. Me contó que lo primero que le dijo el psiquiatra, es que no quería saber nada de su vida, sino exclusivamente de sus síntomas. Parece mentira pero es rigurosamente cierto. La paciente hizo luego un cáncer de mama y se murió.


Vuelvo a mi historia.


Empecé a estudiar medicina en Santiago en el año 1961, por identificación con un tío paterno médico, de los que cuando entraba en la habitación ya te sentías mejor.


Sólo recuerdo a Domínguez, cátedro de Fisiología, de hablar seductor (el Ciclo de Krebs, y que por los mecanismos homeostáticos morir era muy difícil) y a Villamil, como maestros. La historia de la medicina era una maría que daba un viejo simpático llamado Villanueva. Allí íbamos a dormir, porque algunas veces tomaba lista y se burlaba de los apellidos que  eran un poco raros. No sé si dijo palabra alguna de psicoanálisis. Tampoco recuerdo que Villamil lo mencionara. Era muy organicista y confiaba en que se descubriera que un virus en la época infantil podría producir la esquizofrenia. Pero nos contaba las historias macabras del hospital de Conxo del que fue director. También nos dijo que los primeros catedráticos de psiquiatría, de origen reciente, provenían de la medicina legal, y es posible que nos hablase del psicoanálisis, pero seguramente de una manera muy crítica.


Pero la psiquiatría no estaba medicalizada. Recuerdo a un alumno de un curso anterior, el Drama, que se complacía mirando la lista de los suspendidos en patología médica (catedráticos de paso hacia Madrid o Barcelona) y si había algún conocido delante les decía: “tú ¿psiquiatra o dentista?”; Pues yo, aunque aprobaba, tiré para psiquiatra. Era más humanista. Y aunque la mecánica me gustaba, la cirugía me parecía imposible. Luis Ferrer me dijo que otro buen maestro, Sánchez Salorio era académico de esta institución. Cuando estudiaba segundo, me atreví a pedirle si operaba a mi madre de un xantelasma. Lo hizo amablemente, pero me mareé en el quirófano.


De aquella época recuerdo una conferencia de Rof Carballo en el Hostal de los Reyes Católicos. Era de Lugo y sabíamos su importancia dentro de la Otra Medicina. De su conferencia sólo recuerdo una frase: “el pulpo es el animal totémico de Galicia, y, a diferencia de otras culturas, en las que la culpa del asesinato del padre por la horda primitiva prohíbe matar al tótem, nosotros nos lo comemos”. Y debo decir que soy de Carballiño.


Conseguí entrar en Toén, con Cabaleiro como asistente voluntario. Vi el último coma insulínico que allí se hizo, y los últimos electroshoks ¿cómo puede mejorar el loco al estar al borde de la muerte?


Leíamos a los clásicos: Kraepelin, Bleuler, Jaspers, Kretschmer, 

Henri Ey y los Temas Psiquiátricos de Cabaleiro. Era una Psiquiatría Organicista (hacíamos punción lumbar sistemática a los locos que ingresaban) y existencialista (Martin Santos).


La principal referencia filosófica de Cabaleiro era Xavier Zubiri. Creo recordar que decía en su nombre que enfermar era una manera de estar en el mundo. Los estudios de los clásicos franceses y alemanes eran de una gran riqueza clínica. Sabíamos mucho de locuras y de locos, pero teníamos poco que hacer con ellos, poco más que una biopatografía, pero sin elementos que le dieran sentido, neurolépticos y una laborterapia mal empleada y dirigida. Los neurolépticos frenaban el delirio, y los antidepresivos tenían un 4% más de éxito que el placebo. Una profunda decepción.


En esta época, en unas Jornadas en el Servicio de Neurología del Dr. Luis Barraquer Bordás, en el Hospital de Sant Pau de Barcelona, me sorprendió que afirmaba la relación entre el sistema límbico y el psicoanálisis, como más tarde leí en Rof.


Nos interesaba Freud, pero no había maestros ni psicoanalistas. Si los clásicos eran exhaustivamente descriptivos, Freud había descubierto el sentido.


Vuelvo hacia atrás, a mi historia. Me vienen a la cabeza, balbucean en mis dedos: García Sabell, Nóvoa Santos y Rof Carballo.


Retornan después de mis estudios de psicoanálisis. García Sabell fue médico de mi abuela al que visitaba en Santiago (a Fonte Limpa) después de pasar por Lalín, donde la veía un curandero al que pagaba trabajando en su huerta mi tío que la acompañaba.


García Sabell fue traductor de Heidegger y de Joyce. Heidegger, en El camino al habla dice: “El camino al habla - esto suena como si el habla se hallara muy lejos de nosotros, en cualquier 

parte a donde debiéramos primero encaminarnos. Pero ¿se necesita de un camino al habla? Según una antigua doctrina somos nosotros mismos aquellos seres capaces de hablar y por ello ya poseedores del habla. La capacidad de hablar no es sólo una de las facultades del hombre, de idéntico rango que las demás. La capacidad de hablar constituye el rasgo esencial del hombre. Este rasgo distintivo contiene el esquema de su esencia. El hombre no sería hombre si le fuera negado el hablar incesantemente, desde todas partes y hacia cada cosa, en múltiples avatares y la mayor parte del tiempo sin que sea expresado en términos de un «es». En la medida en que el habla le concede esto, el ser del hombre reside en el habla”.


Jacques Lacan, psiquiatra y psicoanalista con cuyos textos empezamos a estudiar psicoanálisis, es quien sostiene con mayor vigor el psicoanálisis en la actualidad.


Al final de su enseñanza habla del parlêtre: la fusión del ser y la palabra. Se ve la coherencia y la consistencia de la cita. Con respecto a Joyce, Lacan dedicó un curso académico (74-75) a contestar la pregunta ¿Joyce estaba loco?, para contestar, que como otros artistas, el acto creativo le llevó a llenar el hueco que atendiendo a su patobiografía, lo habría llevado a la psicosis. Son innumerables los trabajos psicoanalíticos que hablan de su vida, de su obra y del estallido brutal de la psicosis en su hija Lucía.


Locura y creatividad. Otro tema importante para Rof Carballo.


Nóvoa Santos también tiene que ver conmigo. En mi infancia, en casa de mi tío el médico, había un retrato venerado de Nóvoa Santos, dedicado a su padre, el también médico D. Enrique. Era exactamente éste retrato:





En mi carrera en Santiago, año 61, se hablaba mucho de él como un catedrático de patología general de gran relevancia, que se murió prematuramente dos años después de conseguir la cátedra de Madrid, de un cáncer de estómago por él mismo diagnosticado.


De él encontré en la Wikipedia “En las facultades de Medicina de España, en la segunda parte del siglo XIX, la posición mayoritaria era la favorable al denominado eclecticismo médico, que bajo la apariencia de ecuanimidad, era un obstáculo a las innovaciones. Esa situación también se plasmaba en el ámbito de la patología general.


En ese contexto, Nóvoa, va a ser un elemento clave en la renovación de la patología general en Galicia y en España, pues su Manual de Patología General, permitió que llegara a las aulas universitarias el más alto nivel científico de la época. La primera edición apareció en tres tomos, entre 1916 y 1919.


Nóvoa utilizó un lenguaje accesible y ofreció una brillante síntesis. Partía de considerar, el síntoma con el enfoque fisiopatológico, al organismo como un conjunto en el que las  actividades fisiológicas oscilan dentro de límites bastante amplios, gracias a la capacidad de adaptación. La enfermedad era entendida como un proceso que expresa la falta de adaptación; concepción que superaba la visión lesional, afirmando que la localización de los síntomas no siempre guarda relación con el asiento de la enfermedad. A continuación estudiaba los sistemas y aparatos en su funcionalismo alterado, en una visión global que incluye, como novedad en España, los procesos psicopatológicos. Este amplio capítulo de psicopatología era la única formación en psiquiatría y psicología que recibían los estudiantes de medicina, antes de que estas materias fueran incluidas en los planes de estudio de la licenciatura. En 1944 se incorpora la psiquiatría, y en 1952 la psicología.


Me atrevería a decir e incluso a resaltar que Nóvoa Santos fue quien primero habló de Freud en una Facultad de Medicina: la Facultad de Medicina de Santiago. Antes que Sarró, que estuvo en Viena en 1924, conoció a Freud y se psicoanalizó, pero que no llega a la Facultad Autónoma de Barcelona hasta 1933, de ayudante de Mira y López que escribió un libro sobre psicoanálisis en 1924 y que fue nombrado el primer catedrático de psiquiatría de España (1933) en la Universidad Autónoma de Barcelona. Debía de tener un estatuto especial, ya que en el resto de las universidades no se crean las cátedras de psiquiatría hasta 1944 como me parece que ya antes señalé.


Nóvoa Santos, incorpora el subconsciente freudiano a su Manual de Patología General, a partir de la 2ª edición (1922). Fue crítico con el pansexualismo freudiano. Pero me interesa resaltar lo que dice sobre que ninguna experiencia mental subjetiva puede ser excluida de su estudio. La conciencia y su patología se incorporan así a la fisiopatología. Ese intento de un diálogo permanente entre objetivismo y metafísica, tiene una huella profunda en Nóvoa Santos.


Está claro que Nóvoa lee a Freud. Recuerdo que fue Ortega y  Gasset quién induce a López Ballesteros a traducir a Freud al castellano, siendo a este idioma al primero que se traduce, y que Freud, en su prólogo, en que dice que aprendió castellano para leer el quijote, encuentra la traducción excelente.


Rof fue alumno de Nóvoa Santos, catedrático de patología general en Santiago. En su discurso de ingreso en la Real Academia Española titulado Un Médico ante el lenguaje dice de Nóvoa:


“El profesor, con su bata blanca y el martillo de reflejos en la mano, mostraba a sus alumnos a una pobre enferma que sobre la mesa de exploración traza con su cuerpo en el aire un arco de círculo, apoyada tan sólo por los pies y la cabeza, como si fuese un funámbulo consumado. Era la presentación ante la sociedad de comienzos de siglo de la llamada «histeria»”.


Yo no fui, naturalmente, discípulo de Charcot, pero sí estudiante de patología general con Roberto Nóvoa Santos en el viejísimo Hospital de los «Reyes Católicos», en Santiago de Compostela. Era un maestro de condiciones excepcionales. Utilizaba aquellas mismas histéricas con las que Charcot daba sus teatrales lecciones, para enseñarnos patología general. Las enfermas que habían subido desde la barriada del Sar o venían cabalgando desde las aldeas vecinas, con una parálisis o con una mudez aparecida de pronto, no viendo a veces del mundo más que a la mitad, por presentar un trastorno que los médicos llamamos hemianopsia histérica, o bien con temblores o con vómitos. Ellas eran para Nóvoa Santos, un precioso instrumento para introducir a los inexpertos estudiantes en el mundo fascinante de la clínica. Sin decírnoslo, nos iba mostrando que el cuerpo humano «tiene un lenguaje»; que muchas veces, con la enfermedad, el ser humano «quiere decir algo». Aprendíamos a la vez a diferenciar lo que entonces llamábamos enfermedad «real», auténtica, de la enfermedad «fingida», aunque bien nos dábamos cuenta de que este fingimiento era absolutamente involuntario.


Quiero recomendar vivamente la lectura de este discurso de entrada de Rof en la Real Academia Española. Me llama especialmente la atención todo lo que hace referencia a locura y creatividad y, por otra parte y cito textualmente: “al dejar de considerar a los psicóticos con desprecio mal disimulado, al dejar de tener miedo el médico al enfermo mental, el pronóstico de estos enfermos ha mejorado. Lo inicial y decisivo fue que el médico, ante lo que llamaba delirio, es decir inconexión verbal, disparate incomprensible, se fue poco a poco persuadiendo que todo delirio tiene un sentido, se puede comprender. Basta con saber lo que el enfermo dice en un segundo plano de su elocución”.


Freud si fue alumno de Charcot. Le impresionaron las mismas histéricas que impresionaron a Rof, y de la interpretación de este lenguaje del cuerpo nació el psicoanálisis: la cura por la palabra.


“Con lúcida resolución deja de entenderlo solo como un déficit, como el resultado de una carencia, para subrayar también su condición de defensa, de trabajo subjetivo, de esfuerzo reparador. Freud sostuvo incluso que el delirio, en cualquier caso, es «un intento de restablecimiento y reconstrucción». Fernando Colina.


La puerta entreabierta pero inalcanzable en Galicia, y las condiciones políticas de la época, nos llevaron a interesarnos entonces por aspectos más sociológicos.


La hospitalización de nuestros locos los empeoraba. Thomas Sasz: El mito de la enfermedad mental, La fabricación de la locura. La psiquiatría de sector que llevaba en París Philip Pomel, y claro la antipsiquiatría de Franco Basaglia y Laing y Cooper. También peregrino a Trieste. Se lucha contra la institucionalización y la institución. La psiquiatría comunitaria cuestionaba a la psiquiatría manicomial en la que estábamos ingresados. Los últimos años del franquismo favorecieron la   lucha y se creó una coordinadora muy politizada. Montoya Rico aterrizó en Asturias y comenzó la reforma del Hospital Psiquiátrico de Oviedo. Los residentes o asistentes voluntarios, que no cobraban, reivindicaron sus derechos y fueron a la huelga. Pero un mal cálculo en esta lucha tiene, curiosamente, su importancia en la historia del psicoanálisis en Galicia. Los residentes del psiquiátrico de Oviedo son expulsados. Rodríguez Eiras, amigo ya de la facultad se va a Londres y allí conoce a Oscar Masotta.


Masotta, intelectual argentino fue el primero que leyó, entendió y enseñó a Lacan en castellano. En los años 60-70 trabaja intensamente en Argentina, publica y crea varias asociaciones psicoanalíticas de orientación lacaniana, pero la dictadura militar, reñida con el saber, lo llevan a Londres en 1976. Allí lo contacta Rodríguez Eiras. Masotta se traslada a Barcelona y funda la Biblioteca de Estudios Freudianos de Barcelona, al mismo tiempo que la Biblioteca Galega de Estudios Freudianos en Vigo. Es el momento más importante de la historia del psicoanálisis en Galicia, y quiero recordar a Antón Seoane, alma de Milladoiro, que también pasaba por allí. Y claro, Fernando Márquez, que anda por aquí, Santiago Lamas, algo perdido, Tiburcio Angosto, María Antonia de Miguel, y a los que ya no están: Pepe Caamaño, Manolo Siota, Conrado Vidal, García de la Villa.


Aprovecho para decir algo novedoso. En esta época llegó a Toén con una beca del Instituto de Cultura Hispánica, el psiquiatra guatemalteco Jorge Villar Anleu. Tenía la beca de un año, pero se quedó tres, y comenzó a estudiar con Masotta. A su regreso a la convulsa Guatemala, y después de un exilio en México, consigue ser jefe de la formación de postgrado de psiquiatría en la Facultad de San Carlos de Guatemala y allí inicia el estudio, con sus alumnos, del psicoanálisis de orientación lacaniana. Plantó la semilla.


Se inicia pues en Vigo, en 1976 el primer estudio reglado de  psicoanálisis. Psicoanálisis de orientación lacaniana. En Galicia, por primera vez se puede estudiar psicoanálisis y hacerse psicoanalista.


Problemas derivados de la dificultad del estudio, de falta de un analista cualificado para el análisis personal, y la muerte de Masotta, me llevaron por otros derroteros que tenían que ver con la terapia sistémica. Parecía atractivo y práctico. Figuras de la escuela de Palo Alto Gregory Bateson, Paul Watzlavitz, Van Bertalanfy, Von Neuman, eran muy atractivas. Coincide que se hace en EEUU un curso de terapia sistémica, dirigido por Carlos Sluzki, otro argentino. Cosas de la vida me llevan a Barcelona donde me integro en la Escuela de Terapia Familiar del Hospital de San Pablo, y me encargo de organizar, como subdirector de la Sección de Salud Mental, en la Academia de Ciencias Médicas de Catalunya y Baleares unas jornadas sobre psicoanálisis y terapia familiar: puentes y fronteras. Ganaron las fronteras y vuelvo a estudiar psicoanálisis y a colaborar con psicoanalistas muy reconocidos a nivel mundial como Vicente Palomera y Miquel Bassols (actual presidente de la Organización Mundial de Psicoanálisis), en el control de la medicación de sus pacientes psicóticos.


Vuelvo a estudiar psicoanálisis, lacaniano, por supuesto, ya que era la corriente que con más seriedad se había impuesto en Europa e Hispanoamérica. Trabajo como psiquiatra en Barcelona. Mi experiencia y lo aprendido, me permite medicar con cautela, tener en cuenta la subjetividad del paciente y aprender a callarme.


La psiquiatría biologicista que impera, me incomoda. Los psiquiatras, como dice Colina condenan a muerte a la psiquiatría. Se convierten en neurólogos. Vuelven a la patología lesional que ya ponía en tela de juicio Nóvoa Santos. Los DSM son los nuevos manuales de psiquiatría. Las neurosis van desapareciendo poco a poco. Es una enfermedad ficticia que se deeriva al psicólogo congnitivo conductual de orientación  tamién cientificista. Una de sus ramas se llama ingeniería del comportamiento. Se olvidaron de la película que nos conmovió: la naranja mecánica de Kubrick, sobre la novela de Anthony Burgges.


La lesión está en los neurotransmisores y la solución en la corrección de los mismos.


El Autoritarismo Científico, de un gallego, el Dr. Peteiro Cartelle, bioquímico de aquí, de A Coruña, pone los puntos sobre las íes. quizá, valga decir en sus propias palabras algo que esbocé al principio de mi discurso:


Hubo Medicina antes que Ciencia. Aunque fuera Mágica, La Medicina, como actividad personalizada, centrada en la relación médico-enfermo, buscaba, y a veces conseguía curar enfermedades y paliar el dolor de personas concretas... Con tan poca base la personalidad del médico y la confianza del paciente jugaban un papel esencial con consecuencias terapéuticas. De intuir una anatomía alterada mediante la palpación se pasó a verla directamente con las nuevas técnicas de imagen... Toda esa iluminación de la práctica médica desde el campo científico ha facilitado que la Medicina quiera reconocerse a sí misma como ciencia dejando atrás el viejo concepto de ars médica. Pero la Ciencia supone la reducción de lo que estudia y por eso la Medicina sólo puede convertirse en Ciencia si tal reducción es factible en su objeto de estudio. Ahora bien dicho objeto no es más que una relación médico-enfermo que por ser eso, una relación no puede reducirse ¿Qué hacer entonces? Transformar el objetivo de la propia Medicina, negando lo subjetivo frente a lo medible lo que supone en la práctica dar naturaleza de ser a la enfermedad frente al enfermo y anular a este como sujeto que tiene una enfermedad”. Y esto, como también dije antes pasa también con la psiquiatría.


Es cierto que está apareciendo un descontento cada vez más  extendido, hacia esta derivación de la psiquiatría actual y existen críticas de los propios colaboradores de las DSM sucesivas. quizás quepa aquí una justificación del psicoanálisis de orientación lacaniana, para lo cual debo de recurrir a la historia del descubrimiento de Freud.


Freud era neurólogo y en un principio pretendió darle a su descubrimiento un carácter científico. No olvidemos uno de sus primeros trabajos: Proyecto de una psicología para neurólogos. Pero, si en un principio pensó que al hacer consciente lo reprimido se producía la curación, la clínica le demostró que las cosas se complicaban, y la elaboración teórica de su descubrimiento al aplicarla a la clínica, hizo de su teoría un discurso abierto que trataba de responder a los problemas que se presentaban en sus pacientes. El descubrimiento del inconsciente fue algo más que un cambio de paradigma científico. Si los cambios de paradigma científicos ocasionaron siempre una oposición de la ciencia oficializada, no digamos lo que pasó con Freud en la sociedad victoriana en que vivía al introducir la importancia de la sexualidad infantil como nudo central de su discurso. La contestación vino también desde dentro, desde sus primeros seguidores como Adler y Jung. Si bien en Inglaterra Melanie Klein inaugura una escuela con repercusiones que llegan al momento actual, el movimiento Junguiano, que persiste, es poco relevante. En EE.UU.. su hija Ana Freud sí que alcanza notables adeptos y allí se funda la IPA, que persiste hasta nuestros días. Lacan, psiquiatra y psicoanalista, critica los derroteros de la IPA, que se centran en el Yo y sus mecanismos de defensa, como se llama el texto más famoso de la hija del maestro. Esa entronización del yo, cierra el discurso freudiano alrededor del pragmatismo dominante en la sociedad norteamericana.


Lacan, intelectual riguroso, comienza su andadura basándose en el nuevo estructuralismo y en la nueva lingü.stica de Saussure y Jacobson, y retorna a Freud aportando estas nuevas perspectivas. En lugar de privilegiar al yo, privilegia al  inconsciente e introduce como novedoso el término de Sujeto. Es docente de la IPA, hasta que, por su digamos heterodoxia, lo expulsan cuando llevaba ya dados 9 Seminarios en los que aborda el psicoanálisis con un retorno al inconsciente. Tras la separación, inaugura el Campo Freudiano, con un discurso siempre abierto y dispuesto a cambiar postulados cuando la clínica lo demanda. Podríamos decir que es antidogmático. Entre sus seguidores, comienzan como en Freud a crearse capillas disidentes, que se anclan en su discurso, en el que él, siempre evoluciona.


Jacques Alain-Miller, que estudió con Althusser, y se interesa desde muy joven por Lacan, ordena sus textos, y a su muerte continúa con sus propios seminarios siguiendo las directrices, siempre innovadoras y adaptadas a la clínica, de Jacques Lacan. Podríamos decir que es el continuador de la ortodoxia heterodóxica de Lacan y que contribuyó esencialmente a la difusión del psicoanálisis en castellano, creando finalmente una estructura organizativa importante a nivel mundial: la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis). Uno de sus presidentes fue el psicoanalista catalán Miquel Bassols, ya mencionado anteriormente. Miller primeramente había fundado la EEP (Escuela Europea de Psicoanálisis). Es importante resaltar aquí lo que dice de la sección gallega de la EEP: ”La historia del grupo gallego es larga, incluso la más larga de los grupos de la Escuela Europea. Comenzó con Oscar Massotta, el exilado argentino que fue para la enseñanza de Lacan en la Hispanidad, una suerte de San Juan Bautista. De su venida a Vigo, por la iniciativa de José Rodríguez Eiras, surgió la Biblioteca Freudiana... se hace un acuerdo con el Campo Freudiano y de ahí nace el Circulo Psicoanalítico de Galicia que logra extenderse a La Coruña... El Instituto del Campo Freudiano está presente en Galicia al igual que en otras regiones de España y en otros países del mundo `para asegurar su misión invariable: que el saber de Lacan sea difundido al público como conviene’ Jacques-Alain Miller 19 Octubre 1994”.


Este descontento por la medicalización de la psiquiatría imperante cristaliza, según mi experiencia, con un grupo de psiquiatras, y psicoanalistas de Valladolid, que se denominan Los alienistas del Pisuerga, pero el Pisuerga es un afluente del Avía, y es en 2004, en el Monasterio de San Clodio, Ourense, donde se hace la primera reunión de La Otra Psiquiatría.


Yo también pasaba por allí. Y entre Galicia y Valladolid ya van doce. Como dice Chus Gómez que decía Lacan: “lo serio hace serie”. No es una asociación, no es una institución, sino gente de lo Psy que se ocupa de lo que a muchos nos preocupa, y a la que acuden ya de todo el país. Hay que ver en internet la Otra Psiquiatría y recomiendo especialmente, una entrevista a Chus Gómez, actualmente en Toen, que aunque esté en otro sitio (Piñor), no puedo llamarle de otra manera. Lo que esta mujer ha hecho aplicando el saber baconiano a una institución, os lo aseguro, vale la pena un viaje.


Fernando Colina, director del psiquiátrico de Valladolid, en el prólogo del libro de José María Álvarez, Estudios sobre la psicosis, dice algo muy destacable: “el racionalismo dominante, sabedor de que la corriente del pensamiento romántico que confluye en el psicoanálisis es el enemigo a batir, trata de ocultar las interrogaciones freudianas bajo una nube de prejuicios bien dirigidos. De este modo se justifica. Sin embargo, dejarse impregnar por las ideas psicoanalíticas no supone, como pretenden hacernos ver, ni la obligación de someterse a un análisis, ni de volverse analista, ni de pretender a la ortodoxia de una escuela, ni siquiera la de asumir ese uso que se ha llamado psicoanálisis aplicado. Para hacer freudiano no hace falta hacerse doctrinario de nada. Basta con abrir el corazón a otro asunto más resonante, a la influencia del pensamiento humanista (literario, filosófico, lingüista) que desde su nacimiento ha fecundado con su amor a las letras la psiquiatría más tradicional”.


Ya medio pergeñado este artículo, recibo el volumen de febrero  de la revista de Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria, la mayoría de los artículos que allí figuran, renuevan la esperanza del cambio necesario. Hablan, sin decirlo de la Otra Psiquiatría, con Fernando Colina y José María Álvarez, unos de sus apóstoles en el sentido de extender este viejo-nuevo saber.


Si hasta aquí quería significar la historia del psicoanálisis en Galicia y la importancia de la implantación de su enseñanza y relevancia en la clínica actual, las palabras de F. Colina que cité textualmente hace un momento permiten retomar el principio de mi charla para hablar de Rof Carballo, que no era de la capilla de Lacan.


Rof abrió su corazón, y dicen que dijo a Nóvoa Santos a su vuelta a Santiago, porque no ampliaba más el estudio de Freud en su Patología, y que Nóvoa le respondió, que lo primero que tenía que hacer era estudiar psicoanálisis. Y Rof estudió psicoanálisis, y se psicoanalizó en Alemania y en Madrid, compatibilizaba su consulta de médico y psicoterapeuta. Funda, también la Sociedad Española de Medicina Psicosomática. En sus estudios y en su práctica clínica se había dado cuenta de la importancia de los primeros meses de la vida del niño y fue desarrollando su teoría de la urdimbre afectiva, que partía de la simbiosis madre-hijo que comenzaba antes del nacimiento. Se apoya en sus conocimientos de neurología y en que las primeras trasformaciones en la maduración cerebral son en el cerebro interno, en el palium, previo a la mielinización del córtex, y que estas marcas son indelebles hasta la constitución del “sí mismo”. Esto le hace acercarse más a Jung con su teoría de los arquetipos.


Destaco pues que Rof fue posiblemente el primer psicoanalista gallego, aunque no trabajó en Galicia.


Y hoy lo quiero traer también a colación dado que estamos en vísperas del Día das Letras Galegas, y no hay Letras Galegas sin Rosalía, y Rof le dedica a Rosalía de Castro casi un libro entero.


Tengo también otra excusa para hablar de Rosalía, no relacionada con Rof, sino después de una lectura del libro Oscar Masotta y el Psicoanálisis en castellano de Germán García.


Conocí a Germán García, culto y dicharachero. Cita a Rof, a Giménez Caballero y a Unamuno, y se habla del matriarcado de nuestra República, que favorece la aparición del padre dictador. Nunca había pensado tal cosa, pero si la importancia del matriarcado en Galicia. Recuerdo un libro perdido de Antropología Cultural de Galicia de Carmelo Lisón Tolosana.


Y hablo del matriarcado en Galicia no solo por lecturas, sino que lo he vivido en directo, desde mi más tierna infancia…


En el libro de Rof, Entre el silencio y la palabra, le dedica a ella un capítulo especial y entronca el romanticismo (que antes mencionaba Colina) con el ánima gallega e intenta relacionar el impacto de Rosalía, en el gallego de cualquier edad y condición, con la morriña, la Santa Compaña y la “devoción” a las benditas ánimas del purgatorio que impregnan nuestra cultura.


Rof dice que morriña es muerte pequeña. Nunca lo había sentido pero no se descarta su etimología en el diccionario. El gallego emigra no solo por imperativos económicos. Emigra para romper la simbiosis con la madre; simbiosis marcada por un significante gallego intraducible, que me extraña se le haya escapado a Rof: colo. Dame un coliño.


Dende aquí vexo un camiño

que non sei adonde vai

po-lo mismo que non sei

quixera o poder andar


No importa que en el camino haya una piedra. Se rodea. No se sabe si va o viene. No es un camino de conquista, es un camino de defensa contra la angustia de separación, es la adaptación a la muerte pequeña. Es una sutil adaptación a la verdad de la  muerte (que Lacan en un primer momento consideraba necesaria para el final del análisis: la muerte aparece como función de la verdad, la muerte como verdad última). Todos los objetos que interesan, todas las ocupaciones, todas las investiduras en el lenguaje de Freud no son más que ilusiones, no hacen más que velar la realidad última que es la muerte. No puedo evitar la asociación con el juego del fort da, que Freud observa en un nieto: tira el carrete, lo aleja (fort), pero el niño tira de él con una cuerda y goza jubilosamente con su reaparición (da). El juego del fort da le permite controlar la ausencia y el regreso de la madre. El goce del regreso es la morriña. La muerte ya no es trágica: no hay cielo ni infierno: están las benditas ánimas del purgatorio que vagan por la sombra de la noche como La Santa Compaña… y, en Negra Sombra, ¿no se trata de lo mismo?


Cando penso que te fuches

negra sombra que me asombras

ó pé dos meus cabezales

tornas facéndome mofa

Cando maxino que es ida

no mesmo sol te me amostras

i eres a estrela que brila

i eres o vento que zoa

Si cantan, es ti que cantas

si choran, es ti que choras

i es o marmurio do río

i es a noite i es a aurora

En todo estás e ti es todo

pra min i en min mesma moras

nin me dexarás nunca

sombra que sempre me asombras


Xoán Montes Capón hará una magnífica adaptación musical y será estrenada en el Gran teatro de la Habana en 1892. Con las lecturas o interpretaciones sobre Negra Sombra sin embargo no estoy de acuerdo; abarcan desde enxebres restos de  mitologías celtas, hasta la interpretación que es la pena de Rosalía por la reciente muerte de su esposo e hijos. Aunque su historia personal, como en todo escritor es absolutamente determinante, el reconocimiento del poema-canción de Rosalía va más allá. Aunque no encontré en Rof referencias concretas a ella, aunque si a las sombras como referentes a la muerte, me atrevería siguiendo sus ideas sobre la morriña a defender, la hipótesis de la aceptación de la muerte: es un canto a la vida y al reverso de la moneda, la muerte, que le da sentido. Es como la aceptación de la muerte que supone el fin del análisis en el primer Lacan. queda un resto: el alma quejumbrosa. Le dice a Rof una amiga castellana, casada con un gallego: “le complace estar sentado en un rincón pensando que sufre”. ¿Es esto un plus de goce según Lacan?


Creo que entre el silencio y la palabra, muchos lacanianos estarían de acuerdo con sus tímidas proposiciones.



Y terminaré con un chiste que creo que viene al caso, porque el chiste para Freud, con las otras formaciones del inconsciente, fue una piedra angular para su construcción teórica: la morriña, el final del análisis… ¿Será por eso que el plato nacional popular de Galicia sea lacan con grelos?